martes, 14 de octubre de 2008

:: Cómo pensar la técnica psicoanalítica

CLARA CASALEGNO
“Las entrevistas preliminares son un cuerpo a cuerpo (Lacan). Levantar el cuerpo como obstáculo al amor no puede más que incitarlo a desarrollarlo. El analista es el mejor objeto de amor porque no tiene cuerpo.”[1]

Comenzar una vuelta hacia trabajos anteriormente abordados, como así también el acercamiento a otros, realizando una lectura dirigida al pensamiento de cuestiones que hacen a la clínica psicoanalítica, abrió muchos interrogantes y disparadores. También nos llevo a reflexionar sobre nuestra experiencia analítica como analizantes, que es de la que disponemos. De este modo considero que el atravesamiento por el trabajo de dispositivo de cartel implicó un vuelco en relación a poder comenzar a adoptar una manera de pensar la clínica analítica.
Un interrogante abarcador fue: ¿Cómo es que funciona el dispositivo analítico?, es decir, cuál seria la manera en la que se sostiene el analista dentro de la experiencia dialéctica que hace al psicoanálisis, como dice Lacan, para que se instaure la dimensión dialogo dando lugar a que el paciente pueda elaborar el malestar que lo aqueja, pudiendo realizar un cambio en su posición subjetiva.
Considero que pensar el dispositivo analítico nos hace volver a escuchar a Freud, quien no dejo de insistir en que uno de los requerimientos principales que hacen a la técnica analítica es el manejo de la transferencia, aquella que cumple un papel fundamental en el tratamiento y que paradójicamente se revela como la más fuerte resistencia. Por lo tanto la transferencia fue planteada por Freud como el mayor obstáculo pero al mismo tiempo el instrumento del que dispone el analista para el impulso de la cura.
Lacan, en el seminario sobre la trasferencia sostiene: “Al comienzo de la experiencia analítica, recordémoslo, fue el amor”[2] , pensando en la preocupación que invadió a Freud en sus comienzos, que lo llevo a plantear que una de las más peligrosas trampas con la que puede encontrarse el analista es la de la implicación emocional con sus pacientes. Esta preocupación se le presentó a partir de los conocimientos que disponía en relación a analistas que caían en esta trampa, como ocurrió entre Breuer y Anna O, Jung con Sabina Spielrei, como así también en la relación de Fereczi con Elma. Por lo tanto, el amor aparece en la cura analítica como efecto de la transferencia, a partir de lo cual hablamos de amor de transferencia, ese amor que Freud describió como un amor genuino, que reclama ser satisfecho, reclama exclusividad y que muestra venganza cuando no llega a lo buscado. Por esta vía entonces Freud sostiene que la transferencia toma la forma de amor. Ahora bien, con el planteo de Lacan este amor adquiere una forma nueva, ya que si bien resalta cómo en la transferencia se pone en juego una apariencia de amor, sostiene al mismo tiempo que de lo que se trata es de amor al saber.
De este modo estamos ante la transferencia como el núcleo que permite el funcionamiento del dispositivo analítico, es decir lo que da lugar a que, a partir de una intervención del analista, se de la posibilidad de un movimiento en la posición subjetiva del analizante. Aquí es necesario tener en cuenta que se trata de que el analista ponga en juego la dimensión del dialogo y ésta a partir de que el paciente supone en su persona un sujeto al que al mismo tiempo le supone un saber sobre su sufrimiento, de esta manera es que se puede pensar en la función que un analista debe encarnar para poder llegar a la cura. En este punto me parece importante resaltar que hay una doble operación que se pone en juego en un sujeto para un pedido de análisis, como plantea Marité Colovini: “por un lado, suposición de un saber que daría respuesta al enigma que el síntoma encierra y por otro lado, imputación de un sujeto a ese saber supuesto; eso es lo que Lacan ha llamado SUJETO SUPUESTO SABER.”[3]
Cuando pensamos en el amor de transferencia seguimos sosteniendo el interrogante acerca de cuál es la posición que debe adoptar un analista. Esto me lleva primero a la lectura de los llamados escritos técnicos en los que Freud pensaba justamente aquellas cuestiones que podían establecerse en relación a la posición que es necesario que el analista tome para dar lugar al funcionamiento del dispositivo. A propósito de esto me parece interesante resaltar primero lo que Lacan plantea cuando dice que “un analista no abruma a su analizante con principios morales”[4], dejando por fuera rápidamente lo que la práctica analítica no consiste. Así recordamos que si es posible hablar aquí de una técnica, es una técnica en la que no se procede más que con la palabra y de lo que se trata es de dejar al paciente que hable, y claro está, escuchar, pero más allá de lo que dice. Sobre cómo escuchar al paciente, Freud sostiene en los escritos técnicos que lo que estaría en la base del dispositivo analítico es aquello que desde un principio el analista transmite a su paciente, y es la regla de la asociación libre, que éste diga todo lo que se pase por su cabeza, más allá que se le impongan al decirlo cuestiones morales y de la índole que sea. Esta regla fundamental tiene su otra cara que recae sobre el analista, es la atención libremente flotante, consiste en que el analista no se fije en nada de lo planteado por el analizante y preste a todo la misma atención. Por lo tanto hablamos de la regla que permite la construcción del análisis, que daría lugar a los efectos del lenguaje, permitiendo de este modo la emergencia de toda manifestación inconsciente, ya que cuando estamos ente un fallido, un lapsus, un sueño un olvido…esto se va a expresar en la dimensión del lenguaje. “Es por lo que el lenguaje, como se dice, no solamente connota, sino que denota, para designar algo…algo real, piedra con la que me tropiezo.” [5]
De este modo, acercándome al tema de la técnica analítica y cómo debe ser tomada esta por un analista, teniendo en cuenta que no hay generalización posible y por lo tanto queda por fuera la chance que seguir a raja tabla técnica alguna, me parece relevante hacer al menos un acercamiento a los planteos de Fereczi, ya que durante años mantuvo correspondencia con Freud, correspondencia que vaciló entre acuerdos, colaboraciones y también discusiones. Freud, en las cartas siempre escuchó a Fereczi sobre todo en lo que atañe a la técnica analítica, lo que se evidencia en las numerosas citas al mismo en sus trabajos.
Las correspondencia entre Freud y Ferenczi se puede datar desde 1908 hasta la muerte de Fereczi, 1933. En el volumen que abarca el periodo de 1914-1916 se deja ver una gran preocupación de ambos por las cuestiones sociales en las que estaban sumergidos. También se reflejan breves periodos análisis de Fereczi por Freud[6], en los que Ferenczi principalmente manifestaba su ambivalencia en cuanto a casarse con Elma o con Gizella[7]. De este enredo de cuestiones personales, sociales y profesionales se dio lugar al desarrollo de algunos principios teóricos y técnicos del psicoanálisis,
Uno de los principios que se desarrolla en este periodo es el de la abstinencia. En relación a esto último Freud primero piensa en el amor de transferencia, sosteniendo que lo apropiado es valerse de este amor tomándolo en cuenta para que la cura resulte posible y no oponerse moralmente a él. Plantea que para que esto se logre es importante primero que el analista tenga en claro que ese amor es sólo producto de la transferencia, un momento de la cura por el que se atraviesa, y que también se pone en juego una participación de la resistencia que exagera todas sus exteriorizaciones. El paciente transfiere a persona del analista sus deseos inconscientes y es por esto que Freud no ve que el alejamiento de esos sentimientos de la paciente refleje de un modo de proceder analítico, ya que se habría llamado a lo reprimido inconsciente no para que sea analizado valiéndose de él, sino para volver a reprimirlo. Si Freud se hubiese dejado llevar por los principios morales que regían en su época tendría que haber plantando que lo apropiado seria pedirle a la paciente que abandone esos sentimientos hacia su persona o dejar el tratamiento (como ocurrió en el caso de Breuer). Al mismo tiempo, no deja de aclara que responder al reclamo de la paciente implica un final que seria perjudicial para ambos.
A propósito de la abstinencia me parece muy interesante subrayar una frase de Lacan que es tomada por Jean Allouch en un seminario dictado en julio del 2003: “…uno de los fines del silencio que constituye la regla de mi escucha es justamente callar el amor…”[8]Lacan plantea de este modo que la razón por la que los analistas se mantienen en silencio es el hecho de que cuando estamos en la dimensión de la palabra, el goce siempre se hace presente, por lo tanto plantea que es mejor quedarse quieto a hacerle percibir al sujeto (analizante) lo que se goza en la palabra .
“La cura tiene que ser realizada en la abstinencia…”[9]
En numerosos pasajes de la correspondencia entre Freud y Ferenczi se deja ver cómo hay un esfuerzo por respetar o hasta evitar algunas situaciones que podrían poner en riesgo algo en relación a esta regla tan importante. En “Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica” (1918) Freud vuelve sobre la cuestión de la abstinencia a la que venia haciendo alusión desde 1912, dejando en claro que cuando se habla de abstinencia no se esta pensando solo en una posible relación amorosa entre analista y paciente, sino que referiría más bien al modo de posicionarse frente al sufrimiento del paciente, planteando que el tratamiento mismo implica la necesidad de sostener el padecimiento del sujeto de modo que este no desparezca antes de lo necesario ya que llevaría resultados poco duraderos, y la forma de lograr esto seria por el camina de la abstinencia o “privación sensible” como también lo nombra en este trabajo.
Ante estas cuestiones que atañen al lugar en el que debe posicionarse el analista, Freud en principio insiste en la importancia del análisis al que debe someterse el analista. Aconseja también que una posición del analista conveniente tanto para el analizante como para él sea la “frialdad de sentimientos”[10]. Esto último es algo muchas veces criticado por Fereczi, el hecho de que Freud no haya tenido en cuenta la empatía del analista. También la cuestión de la “actividad” del analista fue un punto en el que Fereczi fue protagonista y que tuvo una fuerte influencia en los trabajos freudianos.
Si bien para Freud la actividad del analista debe remitirse a sacar a la luz las resistencias del paciente y a hacer consciente lo reprimido, consideró por un tiempo que en una serie de casos es importante también que la actividad del analista continúe en un apoyo al paciente en relación a esas resistencias con las que se las tiene que ver, y hasta tal punto Freud tenia en cuanta a Ferenczi que en este aspecto deja de alguna manera en sus manos la reflexión sobre este campo de la técnica analítica, aunque a futuro implicó el punto más fuerte de su discusión. De este modo durante un tiempo hablaron sobre la “técnica activa”[11] .En una serie de casos Freud aplico esta técnica activa poniendo un plazo para el análisis mismo, es decir, fijando una fecha para el fin de análisis, sosteniendo que muchas veces el paciente utiliza la resistencia del análisis para embrollarse en una cuestión que le permite retrasarse en relación a alguna decisión que lo implicaría y llevaría a un cambio, como veía que sucedía en el caso de Fereczi que se agarraba del análisis para retardar de decisión en relación a su matrimonio.
Años más tarde Fereczi escribe en su Diario una crítica a la postura insensible del analista, sosteniendo que es perjudicial tanto para el paciente como para el analista. Para Fereczi la naturalidad, sensibilidad y comportamiento describía la actitud óptima que debía sostener el analista para el beneficio de la situación analítica misma. También en su trabajo titulado “Progresos en la técnica analítica” realiza una crítica a la forma que había comenzado a tomar la relación entre el analista y el paciente, sosteniendo que de ser en principio una relación emocional se había tornado una relación demasiado intelectual, planteando que si se lograba un mayor hincapié en la afectividad se daría lugar a una transferencia positiva que al mismo tiempo posibilitaría resultados terapéuticos más exitosos.
Para este momento Freud escribe a Fereczi se había alejado ya de el camino que compartían en relación a los modos de pensar cuestiones que hacen al psicoanálisis, pero un ningún pasaje Freud niega que Ferenczi sea un analista como si había sucedido en otros casos, y su correspondencia continua hasta el momento de la muerte de Fereczi.
Sobre la abstinencia y la actividad del analista me parece interesante el planteo de Jean Allouch en relación a que el analista “se abstiene activamente”, haciendo referencia a que muchas veces interviniendo de alguna manera lo que sostiene es una forma de abstenerse, y que otras veces al no intervenir, se esta dejando introducir de algún modo en el asunto. Esto permite pensar lo que Lacan sostuvo en relación a no confundir un acto analítico con una acción motora, lo que nos hace entender cómo el solo silencio puede resultar una forma de intervenir. Para pensar esto es necesario tener en cuenta el papel vital de la transferencia que, si no esta establecida, no hay posibilidad de que una intervención de lugar a movimiento alguno por parte del analizante.
Así es como me pareció interesante indagar sobre la transferencia, que es la que encarna la posibilidad misma de que un análisis exista, permitiéndome pensar así mismo cuestiones en relación a esta técnica en la que se dispone nada más y nada menos que de la palabra, a su posible modo de “aplicarla” y a tratar de entender como trasciende aquello que se entiende corrientemente por técnica, por más que muchas veces la nombremos de esta manera, ya que es todo lo contrario a pasos rígidos a seguir, lo que queda excluido desde el momento en que el analista no sabe con anterioridad lo que el paciente puede decir o no. Creo que no se puede dejar de nombrar cuando se aborda un intento de pensar como “debe” posicionarse un analista, sin que esto torne una formula, el planteo de Lacan en relación a que el eje en el que se mueve al analista es el del deseo, sosteniendo que el deseo del analista es aquel que permite el desarrollo del análisis mismo. Para esto el analista debe asegurarse de que su deseo encierre siempre un signo de interrogación para el analizante, proporcionando la fuerza impulsora que le da juntamente movimiento al análisis.






Bibliografía:

_ ALLOUCH, J. Notas sobre el seminario ¿molesto el amor? Julio de 2003. Traducidas por Marcos Esnal.

_ FERENCZI, S., Problemas y motivos del psicoanálisis, Editorial Paidos, Buenos Aires, 1966.

_ FERENCZI, S., Sin simpatía no hay curación. El diario clínico de 1923., Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1997.

_ FREUD, S FERENCZI, S. Correspondencia completa [1914-1916], editorial Síntesis, Madrid, 2001.

_ FREUD, S., Sobre la dinámica de la transferencia [1912], Tomo XII, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1996.

_ FREUD, S., Consejos al medico sobre el tratamiento psicoanalítico [1912], Tomo XII, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1996.

_ FREUD, S. “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia”, Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, III [1915], Tomo XII, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1996.

_ FREUD, S. Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica [1919], Tomo XVII, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1979.

_ LACAN, J., “Intervención sobre la transferencia”, Escritos I [1953-54], Editorial Paidós, Buenos Aires, 2006.

_ LACAN, J., La transferencia, Seminario 8 [1960-61] Editorial Paidós, Buenos Aires, 2006.

_ LACAN, J., Conferencia pronunciada en el museo de la ciencia y la técnica de Milán, el 3 de febrero de 1973. http://www.ecole-lacanienne.net










[1]ALLOUCH, J. Notas sobre el seminario ¿Molesto el amor? Julio de 2003. traducidas por Marcos Esnal.
[2] LACAN, J. La transferencia, seminario 8 [1960-1961], capitulo I, pág. 12. Editorial Paidós, Buenos Aires, 2003.
[3] COLOVINI, M, Tesis de doctorado: “La erotomanía, el delirio de ser amada: ¿una locura femenina?” Tiempos y cuestiones de la dirección de la cura, Pág. 10.
[4] LACAN, J. Conferencia pronunciada en el museo de la ciencia y de la técnica de Milán el 3 de febrero de 1973.
[5] LACAN, J. Conferencia pronunciada en el museo de ciencia y técnica de Milán el 3 de febrero de 1973
[6] Son tres los breves periodos en los que Ferenczi se somete a análisis con Freud.
[7] Me parece importante resaltar, a propósito del amor de transferencia que ambas habían sido pacientes de Fereczi, y que al mismo tiempo ellas eran madre e hija. Finalmente Fereczi se casa con Gizella no sin una insistencia por parte de Freud que veía ese hecho como la única salida normal para Fereczi.
[8] ALLOUCH, J. Notas sobre el seminario ¿modesto amor? Julio de 2003. traducidas por Marcos Esnal
[9] FREUD, S. Puntualizaciones sobre el amor de transferencia, nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis ,III[1915], Pág. 168 Tomo XII, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1996

[10] FREUD, S. Consejos al medico sobre el tratamiento psicoanalítico [1912] Pág. 114. Tomo XII, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1996.
[11] En 1918 Freud y Ferenczi presentan en un congreso en Budapest la “técnica activa.”

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