sábado, 11 de octubre de 2008

::Algunas especificidades del psicoanálisis en lo público: clínica de la urgencia.

FERNANDO ABACA

El psicoanálisis pensado en los efectores públicos de salud abre una serie de interrogantes, posicionamientos y discusiones, en fin, problemáticas, las cuales el presente escrito no pretende cerrar, pero si realizar el intento de contribuir a bordearlas, a los fines de producir conocimiento respecto de la temática.
Pensar en un hospital publico, implica situarse en un lugar en el cual se visibilizan una serie de atravesamientos. Es lugar por excelencia donde se despliega el saber medico, saber altamente ritualizado y protocolado en su practica, la cual esta marcada por el hacer, la medicina difícilmente plantee la posibilidad de no hacer nada ante un caso determinado. El saber medico implica un tipo de relación entre el medico y el paciente, sostenido en que el saber solo se encuentra del lado del medico. Para la medicina, los enfermos representan órganos de un sistema (el cuerpo biológico), que por algún motivo – ya sea exógeno o endógeno- comienzan a malograrse en su funciona, subsumiendo a l enfermo a la categoría de objeto de la intervención medica para restablecer el estado anterior a la patología, desubjetivando al paciente. La medicina necesariamente implica que los médicos realicen su trabajo desde ese presupuesto, cuestión que no debe juzgarse en términos morales, ya que estas características son intrínsecas a la labor medica.
El psicoanálisis no solamente le supone un saber al que sufre, sino que además –y fundamentalmente- se le supone un sujeto a ese saber. El psicoanálisis implica y se sostiene en este modo de vérsela s con el sufrimiento psíquico, esta divergencia respecto de la concepción del ser humano como sistema, con su estructura y funcionalidad biológica – visión que representa al cuerpo como sistema de órganos con determinada interacción funcional-, característica de la lógica medica, no implica que el psicoanalista en las instituciones de salud publica deba poner sus fuerzas en abolir la lógica medica (cuestión que seria bastante ridícula y carente de fundamento), pero si implica ser cuidadoso de no caer en la reproducción de la misma. Es necesario que el trabajo psicoanalítico en los efectores públicos ( y en esto no hay diferencia con el ámbito de lo privado) pueda dar cuenta de su especificidad y de su discordancia lógica y epistemológica con otras practicas.
La anterior reflexión nos demanda un interrogante ¿existen diferencias en la posición de un analista en el campo de lo publico y lo privado? El psicoanálisis no se sitúa frente a la clínica con universales, la clínica psicoanalítica esta marcada por lo imprevisible por la sorpresa, en este sentido, no hay pacientes, tratamientos ni estrategias clínicas que sean estandarizables. Como plantea Alejandro Manfred (psicólogo, psicoanalista rosarino, con desempeño en el ámbito de lo publico) en una entrevista realizada por el cartel del cual formo parte (y de cuyo trabajo se desprende este escrito) es bueno alejarse del termino dispositivo para referirse a la clínica psicoanalítica “….porque de este modo se corre el riesgo de que el psicoanálisis se transforme en una técnica que se aplica en todos los casos de la misma manera…”[1]. Esto implica pensar que lo que caracteriza al discurso psicoanalítico, no es toda la parafernalia imaginaria (incluido el diván y los portarretratos con fotografías del “viejo” y de Lacan), si no que lo fundamental es el modo de escucha y la suposición de un sujeto en el que habla. Esto es lo que constituye fundamentalmente la ética del psicoanálisis, la suposición de un sujeto, depositario de un saber respecto de su deseo.
En las instituciones es quizás donde mas se visibiliza que el psicoanálisis trabaja con sujeto forcluido por la ciencia moderna, ya que ahí donde la medicina se enfrenta con un cuerpo, en tanto orgánico, el psicoanálisis supone un sujeto. Esta caracterización de la divergencia lógica y epistemológica de la medicina respecto del psicoanálisis, no debe ser mas que una herramienta para poner a trabajar en las instituciones de salud pública, donde la presencia del discurso medico es preponderante. Este movimiento implica que como potenciales analistas, no imaginaricemos demasiado la relación con el discurso medico, ya que la diferencia es algo a poner atrabajar, sin que esto implique el borramiento de la tensión entre discursos, pero la erección de constructor imaginarios respecto de la representación de los médicos, puede terminar por convertirse en una barrera obturante que es necesario desmontar, sin dejar de marcar lo que éticamente corresponda cuando sea necesario
Es interesante abordar el tema de la practica analítica en el campo de la urgencia, donde las cuestiones ligadas a la ética, lo epistemológico (entendido como implicaciones lógicas de los diferentes discursos de la institución en cuestión), se profundizan y a la ves disuelven las posiciones extremistas al respecto. Es interesante lo situado por Alejandro Manfred, respecto de que las guardias de los hospitales son lugares “poco ideológicos”[2], esto no quiere decir que no se jueguen cuestiones ideológicas, si no que las practicas y las intervenciones no se realizan de forma dogmática y la relación con la medicina, no necesariamente se juegan desde ese lugar, contrariamente a lo que podría pensarse. En este sentido, en este sentido, el saber medico y su aplicación, mas precisamente la intervención medicamentosa, es un recurso y muchas veces permite la posibilidad de un trabajo analítico, manfred lo situó por entero preferible al estado de inhibición ante una situación que demande algún tipo de intervención: “… es preferible el medico que opera en aplicación de su saber (siempre y cuando no sea la intervención por la intervención misma) que aquel que se “abatata” y queda superado por la situación”[3]. Tampoco hay que perder de vista -y esto es señalado también por Manfred-[4] que los médicos generalmente están inhibidos en el acto de decidir no hacer y es ahí donde se presentan a veces, las intervenciones medicamentosas erróneas.
Es necesario tener en cuenta la intervención medicamentosa, en tanto recurso que a veces descomprime situaciones y permite trabajar, así lo plantea Mirta Kuperman: “el psicofármaco interviene acallando el órgano y devolviéndolo al cuerpo. Es en este silencio donde la palabra puede hacerse oír”[5], considerando que los cuadros mas frecuentes en la guardia de un hospital hoy son: intento de suicidio vía intoxicación por ingesta de medicamentos, cuadros de excitación psicomotriz, crisis de angustia.
Es relevante pensar en la dimensión de la temporalidad en la clínica de la urgencia, donde, existen divergencias. La urgencia para la medicina esta marcada por la prisa, por el aquí y ahora, lo cual no es ajeno al psicoanálisis en la practica hospitalaria, ya que también existen apremios temporales, pero en el caso de la clínica analítica, interesa la pausa que permita la interrogación, subjetivando al medico ubicado como engranaje en la maquina de curar y al paciente pensado como órgano enfermo. Esto no supone, o no debería suponer, que los analistas instalan un tiempo ligado a las especulaciones de tipo filosóficas en las guardias hospitalarias, si no que las intervenciones marcadas por el apremio no deben reproducir la lógica desubjetivante. En el marco de la urgencia, algo importante es la intervención, aunque la misma sea la decisión de no hacer nada, hay que tener en cuenta que el no hacer deliberado es también un acto.
El trabajo en los efectores públicos cuenta con estas riquezas que implican la relación con otros discursos: el de la medicina, el discurso político (ya sea reivindicativo social o conservador), etc. Esto implica pensar en los múltiples atravesamientos de la institución hospitalaria a los que se hacia mención con anterioridad. Trabajar desde el psicoanálisis en el campo de la salud mental en los hospitales, implica también el sostenimiento de la tarea con escasa o nula remuneración económica por parte del estado, pero a la ves es un espacio de formación incomparable que invita a sortear las dificultades edilicias, políticas, económicas que supone la institución en cuestión desde el lugar de la creatividad (sin que esto implique cubrir con un velo los déficit en las condiciones de ejercicio de nuestro trabajo), otorgando un la posibilidad de una profundizacion de los aspectos clónicos, teóricos y prácticos que revisten a la formación.
La intención de este trabajo ha sido pensar las potencialidades y dificultades de la práctica analítica en los efectores de salud publica, en el movimiento que implica la investigación de la temática se produce también, el debilitamiento de constructor imaginarios que en ocasiones resultan sumamente obturantes. Quedan abiertos
Interrogantes, cosas que no cierran, pero algo cobra mucha vigencia: el postulado de que el psicoanálisis se reinventa en cada caso, no es la aplicación de una teoría.


Bibliografía


-Autores varios, La Urgencia: el psicoanalista en la práctica hospitalaria., Bs. As., Vergara, 1984.
-Clavreul, Jean, El orden medico, Barcelona, argot. 1983.
- Autores varios, Revistas de psicoanálisis y el hospital. Bs. As.
[1] Manfred, Alejandro, comunicación personal con el autor.
[2] Manfred Alejandro, comunicación personal con el autor.
[3] Ibíd.
[4]Ibíd.
[5] Kuperman; Mirta, “Clorpromacina: Marca registrada para el sujeto”, La Urgencia: El psicoanalista en la practica hospitalaria, AAVV, Dreyzin, Aníbal, Bs. As., Ricardo Vergara Ed., s.f., pp. 125.

1 comentario:

Mauricio Emilio dijo...

Hola Fernando: creo que el abordaje que hiciste es sumamente pertinente...creo que es un desafio para todos los que pretendemos algún día dedicarnos al Psicoanálisis la cuestión de las urgencias y los hospitales públicos. En una clase a la cual concurrí recientemente el Profesor Gonzalo Garay tocó estas cuestiones y hablaba
acerca de como proceder en situaciones de urgencia, explicaba acerca de como reinsertar al sujeto a lo simbolico para evitar que el real que lo estaba atormentano(ejemplo ataque de pánico)lo avasalle. Gracias