domingo, 12 de octubre de 2008

::“LAS ENTREVISTAS PRELIMINARES Y EL JUEGO SIMBÓLICO”

JIMENA LAZZARO
Las entrevistas preliminares son el lugar y el momento de las primeras jugadas, las que se refieren al deseo singular que habita el sujeto que trae sus síntomas, sus dolencias, sus padecimientos.
Estas contribuyen a delimitar un sitio y un primer tiempo necesario que posibilita las primeras escuchas y marcaciones de la posible partida que se juega con el paciente para impedir que el síntoma, angustia, inhibiciones invadan su vida, sesgando el deseo que es el motor vital.
El pasaje de las entrevistas preliminares al inicio del tratamiento no dependen del tiempo cronológico sino de la emergencia de los giros necesarios que lo fundamenten.
Las entrevistas preliminares van desde el primer encuentro con el analista hasta el momento en que por un acto en transferencia, se produce el inicio del análisis.
Ilda levin[1] explica que es importante que quienes trabajan con niños o adolescentes tengan en cuenta que los motivos que motorizan la consulta de los padres o adultos a cargo, no necesariamente coinciden con los motivos del niño. “Así como los adultos elegimos con quien atendernos, el niño debe poder elegir y encuentra, si se le da ocasión, maneras de mostrar si quiere o no atender sus problemas”, agrega ella.
“También son el sitio propicio para posibilitar que se abra en el ovillo de las demandas la punta del deseo y así diferenciar junto a nuestros posibles futuros pacientes, niños, adolescentes o adultos, demanda y deseo”. Deben ser el sitio adecuado para que en el caso del niño o adolescentes, ellos no sigan funcionando como referente puntual de la queja paterna, puedan surgir las preguntas por la posible responsabilidad de cada uno en los problemas que están aquejando al niño o al adolescente y que surja la implicación de cada uno, al menos la pregunta, por los problemas que aquejan.
Beatriz Janin[2] considera que en las entrevistas preliminares se va esbozando quién pide y qué es lo que pide. Quien sufre y porqué, de qué conflicto se trata, si son intrapsíquicos o intersubjetivos, y cuáles son las determinaciones prevalentes.
“Durante la primera entrevista con el analista surgen, de los relatos de los sufrimientos que motivan la consulta, los hilos de una trama desconocida e inconciente, que motoriza esas demandas sin que el futuro paciente y el analista lo sepan de entrada. Una extraña temporalidad comienza a jugar entre la hora de lo dicho y la actualización de pasados, traumas que no son pasados, sino verdaderamente actuales. En tanto se presentan ahí, extraños y enigmáticos, modulando el sufrimiento” agrega Beatriz.
Cuando la entrevista es con niños, el juego, el dibujo, los silencios incluso, pueden mostrar cuál es el problema del niño desde el punto de vista del niño si está dispuesto a escuchar su padecer.
Desde los primeros encuentros se instala un marco por el cual el analista se abstiene de interpretar, por lo que el juego, dibujo o el hablar, son recibidos del mismo modo que el relato de un sueño o un síntoma: no toma en consideración lo que ve o le parece del dibujo o del juego, sino que si está bien situado desde el deseo del analista, los tomará desde una dimensión enigmática, absteniéndose, de interpretar, de otorgar un sentido que no será sino supuesto al dibujo que ve. El dibujo deberá ser considerado como un jeroglífico, una letra que está ahí para ser leída, pero cuya significación en principio se desconoce.
Para Ilda Levin el inicio del análisis se marca a partir de una pregunta, un sueño, un decir, un indique el saber no sabido comienza a hacer su trabajo, y se ha instalado la punta del Sujeto Supuesto Saber, el tiempo de la transferencia, igual para el niño o el adolescente sin la instalación de la transferencia, no hay tratamiento posible y esto aún en las patologías graves.
Beatriz Janin considera importante tener en cuenta que:
1- Cuando consultan por un niño no se sabe por quién se consulta.
2- que hay múltiples transferencias en juego
3- que los que piden la consulta están involucrados en aquellos de lo que hablan
4- que los que consultan siempre piden algo para ellos mismos.,
5- el motivo de consulta puede ser diferente para cada uno de los padres y también diferente para el niño mismo.
6- el modo de decir aquello que les molesta puede tener modos de expresión variables.
7- que seguramente aparecerán otras cuestiones distintas al motivo de consulta inicial (desacuerdos, dificultades de cada uno de los padres, anudamientos diversos) que llevarán a que ese niño sea ubicado de un modo determinado.
Con los niños pequeños son importantes las entrevistas vinculares (niño madre, niño padre) así como una entrevista familiar que permita desplegar en el marco del consultorio la dinámica de todo el grupo.
La autora agrega que “así como no recibiríamos a un paciente adulto pidiéndole que responda determinados ítems, considero que los niños se presentan a su manera, para lo que si debemos ofrecerles material adecuado (que en verdad puede ser cualquier cosa con la que puedan dibujar, jugar o modelar). Y mostrarnos nosotros dispuestos a escucharlo, a meternos en su mundo a tomar enserio lo que dice y a creer lo que nos cuentan”.
“Suelo comenzar preguntándole al niño si sabe porque consultaron los padres y que es lo que le preocupa a él qué es lo que le gustaría cambiar, qué le molesta de lo que le pasa”, comenta ella.
Los niños hablan de su sufrimiento del modo en que pueden… en tanto haya alguien que esté dispuesto a escucharlos.
Es difícil creer que un niño sepa de qué se trata lo que se le propone si no se le explica. La idea de trabajar en conjunto es central y Beatriz usa el término trabajar para no ubicar el juego como un objetivo, sino como un medio. Un niño puede decidir dibujar o hablar y contar lo que le pasa del modo en que pueda.
Es importante aclararle al niño la función del analista, pensando que en un principio es un adulto desconocido y que no tiene porque saber que es lo que va a hacer.
El niño investirá al analista, o no, o despertara en ellos trozos de la propia infancia. Jugará con acercamientos y distancias, repetirá historias pasadas, desplazara sobre el terapeuta personajes de su vida.
En relación a la entrevista con los padres, es muy importante que el analista tenga en cuenta sostener la posibilidad de un giro en los decires paternos. Y poder escuchar qué lugar ocupa el síntoma del niño en la economía familiar y fantasmática. En las “dos notas sobre el niño”, Lacan[3] se refiere al niño como síntoma de la estructura familiar. Es fundamental escuchar qué lugar ocupa el niño en la fantasmática materna y paterna. Las entrevistas preliminares y las que se convocan durante el tratamiento deben poder recuperar para cada sujeto las proyecciones sintomáticas que aprisionan al niño a tener que representar determinado papel en la configuración familiar de deseos y de goces bajo el modo de síntomas.
Es de fundamental importancia el rol del juego en la terapia con niños. La aparición del juego simbólico es el reflejo del tránsito hacia la constitución subjetiva y de la inminente aparición del dominio de lo simbólico.
En casos en que el despliegue subjetivo se vea obstaculizado, el juego resulta ser el mejor medio de trabajo con un niño que no puede esbozar por sí solo el registro de lo simbólico; se lo impulsa y ayuda a través del juego para que pueda desplegar su subjetividad e instalar ese juego simbólico que por sus propios medios no puede alcanzar.
Al respecto, Clemencia Baraldi en “Jugar es cosa seria” afirma, “Para poder jugar se hace indispensable algo que preceda a la llegada de un niño a la estructura y es precisamente que haya en juego un deseo respecto a él. Un niño puede llegar y no encontrar un lugar simbolizado; pueden estar contempladas todas sus necesidades de alimentación e higiene, pero esto no basta. La satisfacción de las necesidades no alcanzan para que un niño se haga infante porque la mayor necesidad de un niño, va a decir Lacan, es encontrarse con “un deseo no anónimo”, un deseo que lo aloje como uno que cuenta para el Otro. Sólo así su juego tendrá inscripción y representación psíquica. Sólo así encontraremos allí a un niño hecho sujeto”.[4] La autora se pregunta “¿Cuándo comienza la vida de un niño?”, y se responde “Generalmente en la trama simbólica que entre palabras y sueños, promesas y adveniencias tejieron sus padres mucho antes de engendrarlo. Una vez nacido deberá apropiarse de la estructura del lenguaje para advenir sujeto”.[5] Y desplegando su propio juego el niño podrá con mayor facilidad recorrer el camino para apropiarse de dicha estructura.
El jugar, lejos de constituir una acción espontánea, es el efecto de un trabajo que el infante realiza.
Es a través del juego que el niño podrá apropiarse de sus marcas y subjetividades.
Clemencia Baraldi se pregunta “¿a qué llamamos juego y cuáles son los elementos que debemos encontrar para afirmar que esta actividad está presente?”. Para responder a esta pregunta alude al juego inaugural instaurado desde el psicoanálisis y que es el juego conocido como fort-da descrito por Freud en “Más allá del principio del placer”: “El niño exhibía el hábito de arrojar lejos de sí, a un rincón o debajo de una cama, todos los pequeños objetos que hallaba a su alcance, de modo que no solía ser tarea fácil juntar sus juguetes. Y al hacerlo profería, con expresión de interés y satisfacción, un fuerte y prolongado ‘o-o-o-o’ que, según el juicio coincidente de la madre y de este observador, no era una interjección, sino que significaba fort (se fue). Al fin caí en la cuenta de que se trataba de un juego y que el niño no hacía otro uso de sus juguetes que el de jugar a que ‘se iban’. Un día hice la observación que corroboró mi punto de vista. El niño tenía el carretel de madera atado a un piolín. No se le ocurrió, por ejemplo, arrastrarlo tras sí por el piso como para jugar al carrito, al que sostenía por el piolín, tras la baranda de su cunita con mosquitero; el carretel desaparecía ahí dentro, el niño pronunciaba su significativo ‘o-o-o-o’, y después, tirando del piolín, volvía a sacar el carretel de la cuna, saludando ahora su aparición con un amistoso ‘da’ (acá está). Ese era, pues, el juego completo, el de desaparecer y volver. La más de las veces sólo se había podido ver el primer acto, repetido por sí solo incansablemente en calidad de juego, aunque el mayor placer, sin ninguna duda, correspondía al segundo”.[6]
Clemencia Baraldi, explica respecto de esto “un niño que con su palabra fabrica un juguete, es decir que este carretel deja de ser carretel para adquirir otro sentido; se trata siempre del juguete que el niño construye”.[7] De esta forma el niño se diferencia de sus juguetes, “él ya no es un puro objeto, hay una hiancia, una separación entre ambos”. A partir de esta construcción que realiza el niño, comienza el juego simbólico.
¿Qué es lo que el despliegue del juego simbólico posibilita además de constituír parte del camino hacia la subjetividad? No solo permite la tramitación o la inscripción de situaciones conflictivas permitiendo enhebrar aquello que queda por fuera del placer (en un más allá). Sino también permite el movimiento de separación y la constitución del yo, la apropiación del cuerpo propio.

BIBLIOGRAFÍA

Ø Ilda Levin, “Entrevistas preliminares con niños y adolescentes: la función en la clínica hoy”. Suplemento Actualidad Psicológica. Edición 361, marzo de 2008.

Ø Beatriz Janin, “Abriendo el juego”. Suplemento Actualidad Psicológica. Edición 361, marzo de 2008.


Ø Baraldi, C. “Jugar es cosa seria”. Editorial HomoSapiens, Rosario, 1999.

Ø Freud, S. “Proyecto de Psicología” (1895), Tomo I, Obras completas. Editorial Amorrortu, 1986.


Ø Freud, S. “Mas allá del principio de placer” (1920) Tomo XVIII, Obras completas. Editorial Amorrortu, 2003.

Ø Lacan, J. “Dos notas sobre un niño” en Intervenciones y textos 2.




[1] ILDA LEVIN “Entrevistas preliminares con niños y adolescentes: su función en la clínica hoy”. Suplemento mensual Actualidad Psicológica, Edición Nº 361, Marzo de 2008.

[2] BEATRIZ JANIN “Abriendo el juego...”. Suplemento mensual Actualidad psicológica, Edición Nº 361, Marzo de 2008.
[3] LACAN “Don notas sobre el niño”, en Intervenciones y textos 2.

[4] BARALDI, C., Jugar es cosa seria. Estimulación temprana... antes de que sea tarde. Editorial HomoSapiens, Rosario, 1999.

[5] BARALDI, C., Jugar es cosa seria. Estimulación temprana... antes de que sea tarde, “Intervención temprana: Los preliminares del jugar”, Editorial HomoSapiens, Rosario, 1999.

[6] FREUD, S., Más allá del principio de placer (1920), Tomo XVIII, Sigmund Freud Obras Compleas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2003.

[7] BARALDI, C., Jugar es cosa seria. Estimulación temprana... antes de que sea tarde. Editorial HomoSapiens, Rosario, 1999.

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