lunes, 20 de octubre de 2008

:: LA TRANSFERENCIA

LARA VAZQUEZ
INTRODUCCIÓN

Al comienzo del año nuestra profesora de Clínica 1A, Marite Colovini, nos propuso trabajar a partir de un nuevo dispositivo, al menos para mí, el dispositivo del cartel. Es un dispositivo de origen lacaniano, en el cual operan los tres registros y tiene como finalidad un producto. Es un modo de trabajo de grupos de psicoanalistas. Para que funcione debe estar formado por un mínimo de tres y un máximo de cinco personas, por fuera del grupo debe haber un miembro que se denomina el Más Uno; tiene como función destrabar en momentos de estancamiento de producción en el cartel o interferir en el caso de haber algún conflicto operando de manera interpretativa y rescatando la subjetividad de cada integrante para que no se forme una masa y se conserve el grupo de trabajo.
La experiencia del cartel me resultó diferente a las formas habituales de cursar una materia curricular, es un dispositivo que permite interrogarse, profundizar sobre un tema, y leer los textos desde otra perspectiva y poder tomar una posición.
Para el tema del cartel elegimos la unidad temática 4: la transferencia.
Elegí este tema porque me parece que es un elemento distintivo del psicoanálisis con respecto a otras prácticas. Es un concepto clave, es el centro de la práctica analítica. Es un modo exclusivo de producción del psicoanálisis.

LA CURA ANALÍTICA REVELA LA TRANSFERENCIA

Freud utilizó por primera vez el término francés «transfert» [transferencia] en 1888, en su artículo sobre la histeria para el diccionario médico de Villaret: designó de ese modo el desplazamiento del síntoma histérico en el cuerpo. Pero es en Estudios sobre la histeria (1895) donde la transferencia (Übertragung), comparada a un falso enlace, adquiere la acepción que conserva hasta hoy: la de implicación del analista en el psicoanálisis de un sujeto.
Entonces “Estudios sobre la histeria”, de 1895, se podría decir que es el primer acercamiento de S. Freud al concepto de transferencia. El fracaso de J. Breuer en el tratamiento catártico que empleaba con una paciente joven conocida como Anna O, lleva a Freud a abandonar la hipnosis. La historia de esta paciente es uno de los mitos fundadores del psicoanálisis, es quien llama “cura de la chimenea” al tratamiento que se realizaba con las palabras.
Freud se da cuenta que las pacientes transferían sobre la persona del medico representaciones inconcientes: “el contenido del deseo aparecía primeramente en la conciencia de la enferma sin ningún recuerdo de estas instancias ambientales que hubieran hecho referirlo al pasado. Entonces el deseo presente, en función de la compulsión a asociar que dominaba en la conciencia, se ligaba a una persona que ocupaba legítimamente los pensamientos de la enferma; y , como resultado de esta unión inadecuada que yo denomino falsa conexión, se despertaba el mismo afecto que en otra época había impulsado a la paciente a rechazar este deseo prohibido”.
La transferencia era un caso particular de desplazamiento del afecto de una representación a otra, se consideraba como un fenómeno localizado y no formaba parte del tratamiento propiamente dicho.
Más tarde, en “el caso Dora”, Freud se pregunta que son las transferencias y responde que son reediciones, recreaciones de las mociones y fantasías que a medida que el análisis avanza se manifiestan concientes y que lo característico es la sustitución de una persona anterior por la persona del médico.
Se puede observar el carácter inevitable y automático de la transferencia. El analizante olvida que está en una situación analítica, en sesión, y deposita sobre la persona del médico los afectos que surgen con la asociación libre. Toda la serie de vivencias psíquicas anteriores son revividas, pero no como algo pasado, sino como un vínculo actual con el analista. Esta situación al analista le permita registrar las diversas figuras que puede encarnar para su analizante, desde ahí que le es posible realizar intervenciones.
En esta persona que emprende una cura se desarrolla una dinámica de la transferencia. En 1912 Freud plantea que si la necesidad de amor de alguien no esta satisfecha en la realidad es probable que las porciones de su libido, la susceptible de conciencia y la inconciente, puedan volcarse sobre la persona del médico. Esta investidura se anudará a uno de los clisés preexistentes: todo ser humano recibe en su infancia las condiciones de amor que establecerá y las pulsiones que satisfará y las metas que habrá de fijarse. Entonces se inserta al médico en series psíquicas que el analizante forma y responden a las imagos parentales vía regresión; pero la dinámica es actual.
Freud distingue la transferencia positiva y la transferencia negativa. Realizó esta distinción cuando comprobó que la transferencia podría ser el arma más poderosa de la resistencia al tratamiento.
La transferencia positiva se compone de sentimientos amistosos o tiernos que son susceptibles de conciencia, y la de sus prosecuciones en lo inconciente. El análisis demuestra que son de fuente erótica. La transferencia negativa concierne a la agresividad hacia el analista, a la desconfianza. La transferencia sobre la persona del analista no desempeña un papel de una resistencia sino en la medida en que se trata de una transferencia negativa o de una positiva compuesta de elementos eróticos reprimidos. La transferencia esta constituida simultáneamente por elementos positivos y negativos.
En 1915, en «Puntualizaciones sobre el amor de transferencia», Freud aborda el componente erótico del amor de transferencia, es decir, lo que él denomina la transferencia amorosa. Sólo expone una situación ilustrativa, la de una paciente mujer que se enamora del médico-hombre. En el surgimiento de esa demanda de amor la resistencia tiene su participación. Desde hacia un tiempo, Freud había observado en esta paciente signos de transferencia positiva; pero la resistencia empieza a servirse de este enamoramiento para inhibir el proceso de la cura. A esta demanda de amor, a esta «complacencia a entregarse sexualmente», el médico debe responder dejando subsistir la necesidad y el deseo. El analista nunca puede aceptar la ternura que le ofrece su analizante. El analista debe tratar esa transferencia amorosa como algo no real, unreal, como una situación que se atraviesa en la cura, pero que debe ser reorientada hacia sus orígenes inconcientes y esto ayudara al analizante a llevar a la conciencia lo más escondido de su vida amorosa y así poder gobernarlo. Pero, es importante tener en cuenta que este enamoramiento tiene el carácter de un amor auténtico, verdadero. No se puede negar el carácter genuino al enamoramiento que sobreviene en el tratamiento psicoanalítico. Rasgos esenciales de este tipo de enamoramiento: es provocado por la situación analítica; es empujado hacia arriba por la resistencia que gobierna esta situación; y carece de alto grado de miramiento de la realidad objetiva, es menos prudente y menos cuidadoso en sus consecuencias.

LACAN: LA TRANSFERENCIA

En su primera publicación consagrada explícitamente a la transferencia, «Intervención sobre la transferencia» (1951), Lacan desarrolla un análisis de la transferencia de Dora en términos de inversiones dialécticas. Y define: La transferencia no es nada real en el sujeto, sino la aparición, en un momento de estancamiento de la dialéctica analítica, de los modos permanentes según los cuales él constituye sus objetos (Escritos).Plantea también que, interpretar la transferencia es llenar con un engaño el vacío de un punto muerto, ese engaño es útil porque vuelve a lanzar el proceso. Las inversiones dialécticas se producen en una serie discursiva donde hay detenimientos y es ahí donde está la transferencia. Es la intervención de la transferencia la que opera en la inversión dialéctica.
Lacan escribe este trabajo antes de la introducción de los términos de metáfora y metonimia; y toma terminología de Hegel. Reconoce que en un análisis hay alternancias dialécticas marcadas por separaciones, por silencios o fallidos, y que esto tiene relación con lo que Freud decía cuando se detenía por algo la transferencia. Entonces, la transferencia era como una metonimia, como un desplazamiento de sentido. Más tarde va a hablar de la transferencia como metáfora.
En su seminario de los escritos técnicos de Freud deja los términos tomados de Hegel y recurre a la antropología del intercambio. La transferencia está implícita en el acto mismo del habla.
Insiste en la dimensión simbólica de la transferencia, recordando sobre todo que Freud, en La interpretación de los sueños, llama «transferencia» al desplazamiento sobre los restos diurnos de los elementos de los pensamientos inconscientes de sueño que forma parte del «elemento central de la realización de deseo». Lacan compara estos restos diurnos, en sí mismos desinvestidos de deseo, con un alfabeto, con «formas despojadas de su sentido propio y retomadas en una organización nueva a través de la cual puede expresarse un sentido», y por primera vez habla, refiriéndose a ellos, de «material significante».
En este seminario también habla de la función creadora de la palabra y del concepto de análisis.
En el seminario de los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis introduce la relación de la transferencia y el sujeto supuesto saber.
La transferencia consiste en la atribución de un saber al Otro en la medida de suponer que el Otro es un sujeto que sabe. “En cuanto hay, en algún lugar, el sujeto que se supone saber, hay transferencia.”
El analizante supone que el analista le puede dar un saber acerca de su síntoma, sobre la verdad de su síntoma. El analista en esta posición adquiere un cierto poder, pero que no tiene que tomar. Esta en juego el deseo, el deseo del analista y el deseo del analizante.
El analista es tomado como objeto libidinal. Lacan toma el tema del amor a partir de Freud pero de manera distinta; y esboza: amo en ti, algo más que a ti, y por eso te mutilo. Lacan habla del otro tomado en pedazos, en cambio Freud habla del amor tomando al otro como objeto completo. Para el analista la mayor dificultad se presenta cuando tiene que tolerar el despedazamiento que produce el amor de transferencia. Es este mismo amor el que lo va mutilando, lo va cortando como objeto.
Sobre la persona del medico es donde se concentra la libido. El analista en su interior guarda ese objeto erótico al cual de identifico el analizante y también guarda el objeto hostil. El analista opera como estos objetos.
BIBLOGRAFIA


FREUD, S. “Estudios sobre la histeria”, tomo II, Obras Completas, Editorial Amorrortu, 1893_1895.

FREUD, S. “Sobre la dinámica de la transferencia”, tomo XII, Obras Completas, Editorial Amorrortu, 1912.

FREUD, S. “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia”, tomo XII, Obras Completas, Editorial Amorrortu, 1915.

LACAN, J. “Intervención sobre la transferencia”, Escritos 1, Editorial Paidos, 1951.

LACAN, J SEMINARIO 1, Los escritos técnicos de Freud, Editorial Paidos, 1953_1954.

LACAN, J SEMINARIO 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanalisis, Editorial Paidos,1964.

CHEMAMA, R Diccionario el Psicoanálisis, Editorial Amorrortu, 2002.

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