lunes, 13 de octubre de 2008

::Sobre escritura y repetición


MARIANA COLLADO
“¡Imágenes falaces! ¡Laberintos erróneos los sentidos!
¡Anagramas intransferibles para nombrar la múltiple y exigua realidad!
Cada cuerpo encerrado en su babel sin traducción desde su nacimiento”


Olga Orozco [1]

Me resulta superficial la distinción esquemática que separa palabras plenas de palabras vacías. La cuestión de la escritura y la repetición se encuentra enmarcada en lo que sería la función de la palabra clínica. Por eso al referirme a aquella diferencia estoy apelando a restablecer cierta ilusión alrededor de la palabra vacía. Y digo ilusión sin inocencia, digo ilusión con la intención misma de llenar la palabra con lo imaginario, con el propósito de dar sentidos significantes a aquello que no es más que vacío. Pues en algún punto considero que del vacío la escritura se trata.
Pues considero que la palabra vacía es la plena de significado y la plena la vacía de saber que es efecto de un sujeto que vive y reina en el desconocimiento, es que insisto en lo esquemático de la diferenciación conceptual.
En lo que a la palabra respecta un párrafo de “Función y campo…” orientó mis ideas: “Por la palabra que es ya una presencia hecha de ausencia, la ausencia misma viene a nombrarse en un momento original cuya recreación perpetua captó el genio de Freud en el juego del niño. Y de esta pareja modulada de la presencia y de la ausencia, que basta igualmente para constituir el rastro sobre la arena del trazo simple y del trazo quebrado de los koua mánticos de China, nace el universo de sentido de una lengua donde el universo de las cosas vendrá a ordenarse”[2]. La emergencia de eso simbólico que domina al ser humano, que adviene tal únicamente adquiriendo la estructura del lenguaje y estableciendo la posibilidad de que la presencia sea tal por que puede anularla la ausencia y viceversa. Allí se manifiesta el juego del niño, el pasaje de la significación única, del todo, a la significación por oposición propia de la lógica significante. La palabra viene allí a nombrar la falta, la palabra es lo que se hace presente en el acto mismo de hacer ausente al objeto, al referente. Con su presencia pretende significar acabadamente. Mantiene la ilusión del signo. Sabe que sus manos empuñan el arma que ha asesinado a la cosa, haciendo en este acto a la persistencia del deseo[3]. Un deseo que parece ser la marca de la diferencia, la distancia entre la necesidad, su satisfacción y la demanda siempre incolmable del todo. Un deseo impensable sin el Otro, sin lenguaje, que es efecto del lenguaje, que reside en la lógica significante siempre otro para otro, persiguiendo al mismo tiempo la identidad de percepción adecuada al principio del placer y tendiente a asemejarse a la lógica de la necesidad. Sí! El deseo se desplaza queriendo hallar un satisfactor unívoco para su ansia. Pero una vez hallado nunca es ese el satisfactor buscado. Se renueva la diferencia… y la situación tiende a repetirse. Algo falta, se instaura la búsqueda, algo se encuentra pero falla y la falta se hace presente. Es ese el horizonte por el cuál se motoriza el deseo: hallar un objeto que haga a la falta faltar. Y es allí donde el principio del placer choca con su más allá. Aquello que no encuentra un lugar dentro del límite, que en realidad desconoce el límite, que podría haber quedado por fuera de la escritura y que busca alcanzarse cada vez… cada vez que la búsqueda se relanza, y cada vez que el sujeto se sabe a sí mismo sujeto de deseo y no de necesidad. Lo cual implica, ser sujeto de la diferencia. La eternización del deseo es la perpetuación de la diferencia jamás indiferente, siempre irreverente por su falta de referente. Esa es la diferencia a la que responde el deseo. El agujero en el lugar del referente. El vacío donde se espera la plenitud. La plenitud plena de vacío.
Sobre la diferencia cito a Derrida: “Desde que surge un signo, comienza repitiéndose. Sin eso, no sería signo, no sería lo que es, es decir, esa no identidad consigo que remite regularmente a lo mismo. Es decir a otro signo que, a su vez, nacerá al dividirse…¿No puede afirmarse la irreferencia al centro en lugar de llorar la ausencia del centro?... ¿No es el centro, la ausencia de juego y de diferencia, otro nombre de la muerte? ¿La que tranquiliza, apacigua, pero desde su agujero, también angustia y pone en juego?”[4].
Porque hay diferencia es que la tendencia al centro referencial se instaura como fundamental al tiempo que imposible. Las marcas pierden el rasgo de lo que han pretendido inscribir, es la huella, que es el primer borramiento de aquello que puede haber de originario y anterior a que halla letra, otro, lenguaje, palabra. Es la lógica del significante lo que subyace la cuestión de la diferencia. Y la cuestión del significante radica en la falta de referente que es la ausencia que se presenta con cada palabra. El juego de palabras es lo que nace y renace para expresar algo de lo arbitrario de las contrariedades, de lo ambiguo de las definiciones, de la falta de sentidos.
Para nombrar el vacío carente de nombre y orden, lo real entra en el juego de las interpretaciones-traducciones. De los múltiples ciframientos que se corren por la mencionada falta de referencia, es mordido por el significante que da una versión azarosa de esa misma cosa que pasa a escribirse y por ende a cifrarse, una traducción interpretativa ya ha operado y por ende algo de aquello real es perdido para encontrar en su camino múltiples versiones para una misma cosa que es imposible de ser escrita como tal, en sus propios términos. Algo de ella se perderá. Y será eso lo que se desee hallar incansablemente.“En tanto que sitio de un goce no limitado y que mito de la falta de la falta, la cosa se presenta como la meta absoluta del deseo, el sitio o el estado en que se cumplirá la abolición de la falta en ser, estado de Nirvana, supresión de toda tensión diferencial con el mundo, indistinción del ser y del no-ser”[5]
La imposibilidad de la igualdad. Algo que se escribe como otro, sin tener aun un sentido, pero susceptibles de asumir uno. Braunstein en su libro “El goce” aborda de alguna manera la cuestión de la escritura partiendo de una concepción del goce como aquello anterior al Otro y al deseo, como previo al lenguaje pero sometido a sus avatares: “El lenguaje es lo que funciona como barrera a un goce que no existiría sin él”[6], y ubica la palabra como diafragma del goce, tratando de someterlo a las leyes del significante, simbolizando ese real previo para hacerlo inaccesible e irrecuperable. De algún modo ese real previo es aquello que Rodríguez Ponte sitúa, con un poco de recelo, como “lo que no tiene palabras”, lo que en otras palabras puede ser “la cosa”, la cual se escribe dejando de ser eso que es para jamás poder ser nombrado justamente por ser de un orden distinto del de las palabras. Y repito: la imposibilidad de la igualdad, algo que se escribe como otro. Y avanzo: pareciera ser que esta escritura diferencial instaura la diferencia que conlleva en si misma la imposibilidad de la repetición que no hace más que repetirse.

El impedimento a la identidad es el tiempo. El momento al que se busca emular es un tiempo que ha sido perdido en la efímera circunstancia del puro encuentro con aquello real que hace al sujeto ser, sin ser… para aclarar me permito únicamente citar a Heidegger: “El salto es la puerta que abre bruscamente la entrada al dominio en el que el hombre y el ser se han encontrado desde siempre en su esencia porque han pasado a ser propios el uno del otro desde el momento en el que se han alcanzado.”[7] Ser sin ser… simplemente la anulación del (im)posible acabamiento, lo que hace en realidad ser sujeto, en tanto que lo que significa un significante para otro significante. Pura relación, pura arbitrariedad, pura contingencia.
Contingente es el encuentro, la “cita con un real que se sustrae a la que siempre somos convocados”[8]. Cita no planeada, cita sorpresiva que se da lugar para hacer lugar respecto de lo que es heterogéneo por definición, lo radicalmente otro[9] que en definitiva, a pesar de la irrupción, por sobre la inscripción, no tendrá jamás un lugar más que el de lo que se ha perdido habiendo sido siempre pleno de vacío. La tyche es ese encuentro con lo real, es lo que introduce la dimensión del aleatorio en la causalidad del sujeto[10], lo que no se puede forzar ante lo cuál algo hará borde y delimitará el agujero incolmable de palabras. Agujero respecto del cual las palabras pueden ser plenas a la vez que vacías (según la perspectiva) y viceversa.
El futuro y el pasado no son más que producto articulado de lo imaginario y lo simbólico. En lo real no parece haber más que sucesiones correlativas de presentes. Para ser más precisa y salir de la tríada temporal: sucesiones correlativas de instantes. Únicos. Que pueden únicamente remitir a sí mismos aislados de la significación, la cuál se encuentra en el tiempo. Es como el 0 que se escribe 1 en matemáticas y que hace ser “lo no idéntico a sí mismo”… el impedimento de la identidad reside en que lo idéntico en algún punto admitiría que algo puede ser sustituido por sí mismo: 0 es 0 (no: 0=0). Esa fórmula instaura el imposible desde el punto en que ese segundo 0 jamás será él mismo el primero. Retornando al instante: un instante no puede ser sustituido por sí mismo, porque, sumándole los avatares del devenir y del tiempo, como dice el título de la obra de René Magritte: “Esto no es una pipa”, no es una pipa porque es la representación de la pipa, la pipa está en otro lado, o en ningún lado, o sea, en lo real.
En el momento del encuentro, de la tyche, algo viene a ese lugar y lo ocupa pretendiendo estar en el “es” (del 0 es 0) no pudiendo en realidad salir jamás del parecer, asemejar, traducir.
Algo viene a significar eso que esta fuera de las palabras, que una y otra vez queda en ese más allá y que jamás cesará de no inscribirse. Y esa significación se desplazará una y otra vez e insistirá incansable, es el automatón tras el cuál yace la tyche; es la inscripción en el retorno de aquello que en el origen no cesa de no inscribirse. El intento de abolir aquel encuentro logrado[11]. Automatón relacionado al flujo significante, a la cadena, a aquello que funciona al modo de una escritura que no cesa de escribirse[12], la insistencia de los signos, la inscripción en el retorno[13]: “es en la cadena del significante donde el sentido insiste, pero que ninguno de los elementos de la cadena consiste en la significación de la que es capaz en el momento mismo”[14]; esa imposibilidad de significación acabada implica la insistencia del sentido en el espacio del vacío queriendo reafirmar el estatuto de inscripto en su continua y diferida escritura en el eterno retorno, en el curso del devenir, del tiempo.

Sobre el tema que he trabajado, algunas vertientes me han quedado pendientes. Considero que he realizado una pequeña aproximación hacia ciertos conceptos y aspectos a partir de los cuales podría derivar otros pensamientos. El planteo que aquí presento es una base, es el inicio de la escritura, la posibilidad de que algo se inscriba de entre el vacío caótico de los conceptos. Una primera estructuración y ordenación escrita basada en lecturas múltiples y variadas sobre lo mismo que es siempre distinto. El orden de la diferencia es esencial al encuentro, la necesidad ilusoria de lo mismo para abarcar lo inabarcable. Existir en la diferencia, asistiendo a la condena que encierra al cuerpo en una babel sin traducción entre imágenes falaces y anagramas intransferibles que nombran la múltiple y exigua realidad… desde que el tiempo es tiempo y el instante se ha perdido.


Bibliografía
§ Blasco, J. M., “Mismidad y repetición en psicoanalisis”. 2004. www.epbcn.com
§ Braunstein, N.,“El goce, un concepto lacaniano”; Siglo XXI Editores, Buenos Aires, Argentina, 2006.
§ Derrida, J.,“La escritura y la diferencia”; Anthropos, Barcelona, 1989.
§ Heidegger, M., “El principio de indentidad”. www.philosophia.cl
§ Kowensky, L., “Lógica y matemática”. www.psicoanalisis.com.ar
§ Lacan, J.,“Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, Argentina, 2008.
§ Lacan, J., “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud”. Siglo XXI Editores, Buenos Aires, Argentina, 2008.
§ Lacan, J., Intervenciones y textos 2, “La tercera”, Editorial Manantial.
§ Lacan, J., “Acerca de la estructura como mixtura de una Otredad, condición sine qua non de absolutamente cualquier sujeto”. www.philosophia.cl
§ Lacan, J., “Seminario XI”
§ Naranjo Mariscal, J., “La repetición en Freud y Lacan”. www.scb-icf.net
§ Orozco, O., “Poesía. Antología”, Centro editor de América Latina, Buenos Aires, Argentina, 1982; de Cantos a Berenice.
§ Pérez de Szulman, L., “Regresión, repetición y goce”. www.campopsi.com.ar
§ Prandi, M. V., “Modos de tratamiento del goce”. www.nodopsicoanalitico.com.ar
§ Rodríguez Ponte, Ricardo; “Sobre tyche y automaton”. Intervención en la cuarta reunión del Seminario “Repetición y pulsión” de la Red de seminarios de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. 23 de Junio de 1997. www.efba.org
§ Sofiyana, A. y Mosquera, M., “Tyche y automaton”. Intervención en el seminario interno de la Escuela Psicoanalítica de la Salpétriere. www.psychanalyse-paris.com
§ Terrab, P., “Escrito y escritura en psicoanalisis”. www.discursofreudiano.com.ar








Notas
[1] Orozco, O., “Poesía. Antología”, Centro editor de América Latina, Buenos Aires, Argentina, 1982; de Cantos a Berenice. Pág. 59.
[2] Lacan, J.,“Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, Argentina, 2008. Pág. 266
[3] Ídem. Pág.
[4] Derrida, J.,“La escritura y la diferencia”; Anthropos, Barcelona, 1989.
[5] Braunstein, N.,“El goce, un concepto lacaniano”; Siglo XXI Editores, Buenos Aires, Argentina, 2006. Pág. 80
[6] Ídem. Pág. 79
[7] Heidegger, M., “El principio de indentidad”. www.philosophia.cl
[8] Lacan, J., “Seminario XI”
[9] Rodríguez Ponte, Ricardo; “Sobre tyche y automaton”. Intervención en la cuarta reunión del Seminario “Repetición y pulsión” de la Red de seminarios de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. 23 de Junio de 1997. www.efba.org
[10] Sofiyana, A. y Mosquera, M., “Tyche y automaton”. Intervención en el seminario interno de la Escuela Psicoanalítica de la Salpétriere. www.psychanalyse-paris.com
[11] Naranjo Mariscal, J., “La repetición en Freud y Lacan”
[12] Sofiyana, A. y Mosquera, M., “Tyche y automaton”. Intervención en el seminario interno de la Escuela Psicoanalítica de la Salpétriere. www.psychanalyse-paris.com
[13] Rodríguez Ponte, Ricardo; “Sobre tyche y automaton”. Intervención en la cuarta reunión del Seminario “Repetición y pulsión” de la Red de seminarios de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. 23 de Junio de 1997. www.efba.org
[14] Lacan, J., “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud”. Siglo XXI Editores, Buenos Aires, Argentina, 2008. Pág. 470

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