miércoles, 15 de octubre de 2008

:: Lo normal y patológico

MAXIMILIANO MARC
A lo largo de la historia, la sexualidad humana ha conocido numerosas amenazas: desde la condena sin reclamos que incluía cualquier apetito de carne, durante el medioevo, hasta en nuestros días, el difundido espectro del sida. En todos los tiempos, se ha reprimido el sexo de todas las formas posibles. Pero hoy las cosas han cambiado porque ya no nos creemos lo de la cigüeña, ni lo del machismo absoluto, ni aquello de la castidad hasta el matrimonio...

Ahora podemos ver un poco más claramente las mentiras del pasado. Mentiras que, como plantea Focault, se fabricaron para DISCIPLINAR, MOLDEAR, limitar, coartar, dominar, atemorizar, controlar y manipular al ser humano

Sabemos que no todas las culturas ven la sexualidad de la misma manera: en la tradición islámica, por ejemplo, como en otra treintena de países, actualmente aún existen aquellos que les amputan el clítoris sin anestesia a las mujeres, pensando en que la naturaleza ha puesto algo de más o en nombre de una religión o un Dios que crea algo para luego darse cuenta que no tendría que haberlo puesto.
Aquí cabría hacerse algunas preguntas:
¿No será que es para reprimir su goce, su contacto con el placer, su fuerza de vida?, ¿Por qué se le obliga a taparse el rostro a las mujeres musulmanas?, ¿No será que no podemos contener la belleza que nos produce y perdemos el control, las creencias y la fortaleza?, ¿Por qué se condiciona que la gente vaya vestida con dos piezas de ropa a la playa?, ¿Por qué justamente se tapan los pechos y la zona sexual?, ¿Qué tiene de distinto?, ¿No será que un bikini es el sello de una represión?. Porque si mostramos la cara, las manos, los hombros, las piernas...¿Por qué no las zonas sexuales? Los esquimales por ejemplo, ofrecen a la mujer si uno va a su casa como señal de que todo lo que les pertenece lo comparten si eres su invitado, y sin irnos tan lejos, en nuestro país, en muchas culturas aborígenes hay rituales indígenas que para nuestra cultura son delito, como por ejemplo la iniciación sexual de las jóvenes después de la menarca, muchas veces son iniciadas por familiares directos o no directos, siendo para nosotros esto una violación y para estas culturas un ritual

Tenemos que ver que la mente cambia en la visión sexual de unos a otros. Lo que para unos es normal y es natural, otros se rasgan las vestiduras y lanzan la ira contenida. Por ejemplo los judíos antiguos ponían una sábana con un agujero a la altura de los órganos sexuales para colocarla entre ambos cuerpos O sea que está el hombre, la sábana y la mujer… ¿Por qué ponemos distanciamientos? ¿Por qué no puede el cuerpo sudar, vibrar, sentir, estremecerse hasta perder los límites de la mente y abrir las puertas al éxtasis (del griego: “salir de uno mismo”).

Investigando el tema en Internet, me resultó muy interesante la irrupción de la libertad sexual durante la década de los 70. ME sorprendieron las innumerables publicaciones sobre técnicas sexuales durante esa época, podemos preguntarnos que ¿si era preciso escribir tanto acerca de como obtener placer en nuestras relaciones, era precisamente porque ya no sabíamos hacerlo?

Hoy las cosas parecen haber variado un poco. La tarea de educarnos respecto de nuestra sexualidad pasó de los expertos en el tema a los maestros del New Age, pero al parecer aun necesitamos que nos instruyan.
El sexo es un fenómeno natural, adherido a nuestra existencia y también el medio de reproducción de la especie humana. El sexo es la forma en que dos seres pueden sentirse uno a través del deseo que es el puente que los une. El sexo revoluciona nuestra biología constantemente produciendo endorfinas, adrenalina, excitación y también apegos, dependencias, controles.

Cuando las personas están bien sexualmente este bienestar se traduce a otros órdenes de la vida. Socialmente la sexualidad está ligada al estado de ánimo, mas de una vez hemos escuchado frases con cierta ironía como “¿qué pasa, tuviste una mala noche que estás con ese humor?” “¿Qué pasa estás mal atendido/a?”

El tema sexual está a flor de piel en todas las conversaciones, en los medios de comunicación, en las publicidades. Hay hambre sexual.
Mucha gente ya no se conforma con el típico acto sexual que dura unos minutos para liberar la eyaculación, dar la media vuelta y a dormir.

La sexualidad es una necesidad de toda la biología humana
Pero tiene desde siempre muy poco de natural, esto es: el deseo humano se alimentará siempre de alguna clase de obstáculo o dificultad.

Todos sabemos que un deseo perpetuamente insatisfecho no es precisamente la felicidad, pero al menos es la garantía de un anhelo que no cesa. Exhibirse, espiar, buscar el sexo clandestino, etc, que llevados al extremo nos introduce en el campo de la patología

Tal vez este tema del deseo sea el único dominio de la experiencia humana en el cual saber no nos trae aparejada ninguna clase de ventaja. Más bien parecería que cuando buscamos saber, esto es, informarnos, es porque de alguna manera hay algo que ya no podemos del todo. De hecho, nadie busca averiguar cómo disfrutar de aquello de lo que ya disfrutaba espontáneamente, es por eso que el exceso de información sexual, como el libertinaje y aun la pornografía no logran modificar en nada la economía sexual de nuestras sociedades.

Para Freud toda conducta humana está movida por las pulsiones; cualquier comportamiento del hombre puede ser reducido a esa fuente de energía autónoma que es la pulsión y se orienta al placer.
Como para Freud, las pulsiones es lo auténtico, lo natural, deben ser satisfechas siempre. Esta liberación de las pulsiones produciría armonía, madurez psicológica y salud. En cambio, toda represión o freno de las mismas, seria algo contrario a la naturaleza por lo que originaría desorden, tensión y enfermedad.

Un gran error por lo tanto, es el de considerar la sexualidad como algo "natural". Se invoca esta supuesta naturalidad para rechazar cualquier regulación de la tendencia sexual de acuerdo con la dignidad de la persona y con las normas morales. En este punto se confunde lo natural con lo pulsional. "Natural es lo que exige la naturaleza para su desenvolvimiento perfecto, para su armonía, para su desarrollo total, de tal forma que si no se consigue hay una limitación natural en su propia esencia y existencia. En cambio, lo pulsional no tiene por que‚ ser necesariamente moralmente bueno, ni siquiera fisiológicamente saludable.
Puede haber tendencias pulsionales deformadas y perjudiciales, incluso para el organismo y la salud." (García Hoz, V. "Madurez y educación sexual" En La educación sexual,)

Por lo planteado hasta aquí, podemos ver que cada cultura y tiempo histórico, tienen su propia forma de vivir y ver la sexualidad, más allá de que lo que es normal en oriente, pueda ser visto de manera aberrante en occidente, o lo que es natural para algunos, sea perverso para otros. Para poder comprender estas cuestiones, es necesaria la contextualización histórica, social y cultural de los acontecimientos. Pero creo que más allá de las tradiciones culturales son importantes los actos individuales, o mejor dicho, de que manera el contexto sociocultural tiene su implicancia en las conductas ya sean individuales o colectivas. Y es a partir de aquí, que podemos decir, para que una conducta pueda definirse como desviada es necesario su comparación con un modelo ideal considerado normal. Y este modelo no es nunca ajeno a los valores morales y culturales de la época.

En el contexto histórico de la sociedad victoriana y el auge de la modernidad mecanicista, la sexualidad había sido confinada a la privacidad de los dormitorios y los burdeles. Así como el romanticismo nacía casi como una protesta ante la fría racionalidad del siglo XIX, el psicoanálisis nació a partir de lo que la ciencia médica no podía explicar: la histeria. El método freudiano cambia la escritura de la historia, no sigue en absoluto la habitual cronología lineal. Pretende más bien tomar en cuenta la noción esencial de retroactividad en Freud, según la cual el sentido de una experiencia o de una impresión es diferido en el tiempo, donde lo que aparece con retraso da un sentido nuevo a marcas dejadas con anterioridad, donde recién en un tiempo aún por venir sabremos de las promesas o las amenazas de ciertas huellas no obstante archivadas.
En cuanto a las formas concretas del inconsciente y de la historia, Freud rompe drásticamente con todas las prácticas de reducción a sumisión que han marcado a la historia occidental. Ya sea desprendiendo a la relación médico/paciente del poder que confieren al uno el saber y al otro la ignorancia para devolverle a éste último el saber no sabido que guarda en su síntoma; o al abolir las fronteras entre lo normal y lo patológico, entre lo individual y lo colectivo, entre lo racional y lo irracional, para alojar a lo que escapa a la conciencia en su mismo corazón y a la locura en la razón; o también, y sobre todo por los tiempos que corren, al instaurar un análisis de la sexualidad como productora de sentido dentro de la singularidad de una historia, en oposición al uso que de ella hacen todos los dispositivos de poder para domesticar a los "usuarios" de la vida, para "normalizarlos" evaluándolos, calificándolos o cuantificándolos.

Freud habrá sido testigo de las formas más extremas de esa biopolítica implicada con los accesos de un poder disciplinario. con respecto a ello, Michel Foucault, en La voluntad de saber, rendía a Freud el siguiente homenaje: "Es honor político del psicoanálisis o al menos de lo que en él pudo haber de más coherente el haber sospechado cuanto de irremediablemente proliferante podía haber en aquellos mecanismos de poder que pretendían controlar y gerenciar lo cotidiano de la sexualidad…”

El deseo es el lugar del sujeto, las necesidades el lugar del rol social. Por eso, el deseo siempre ha sido visto como algo peligroso, oscuro, temible, la mayoría de las veces. Lo institucionalizado le teme al deseo, lo instituido tiembla ante la libertad del sujeto. El deseo también es el lugar de la libertad, el lugar de la construcción del sujeto como ser libre, el lugar de la elección.

No en vano el discurso desde el poder, el discurso desde la institución que trata de perpetuarse, trata de formatear al sujeto desde las condicionantes de las necesidades, de lo social. Ya Platón al establecer la utopía de su ciudad ideal ve la necesidad de operar sobre el deseo de los sujetos. Por ello el discurso desde el poder siempre ha tratado de formar sujetos, de formatear el deseo, al menos preestableciendo el rango de las posibilidades de la satisfacción, haciendo creer que es necesario asumir la necesidad como deseo, confundiendo la vida de la institución con la vida del sujeto. Así el ámbito de lo moral ha pretendido establecer a priori la delimitación de los campos del bien y el mal, a partir de principios indiscutibles. Así la publicidad intenta decirnos cuanta frescura debemos sentir cuando tomamos tal o cual bebida o intenta convencernos que eso que está ahí es justo lo que estuvimos buscando toda nuestra vida. El lugar de la necesidad es el lugar de la directiva, el lugar del imaginario social. El lugar del deseo es el lugar de la autonomía, el lugar donde se asienta la posibilidad de la libertad explicativa, de la reinvención de la lectura del significado de las cosas y del mundo.

Plantea Freud en el Malestar en la cultura que lo normal es el sufrimiento y el tema es ver como nos las arreglamos con él, hay quien ese sufrimiento puede tolerarlo, Y hay quien no puede. Se podrá hablar de un Yo débil que no aguanta el impacto desestructurante de ese vacío y de la angustia que produce.

Y la pregunta sería ¿a quién le gusta sufrir? Creo que ni siquiera a un masoquista. Que además lo hace por deber. Y cuando lo hace por placer es por haber experimentado desde muy chico una erotización de su sufrimiento. Y en este caso, ¿no está pagando al precio de un sufrimiento una cuota de goce erótico a un precio caro por algo que se consigue mucho más barato?

Por otro lado, al lado de los que no pueden o no quieren asumir el sufrimiento, hay
Otra categoría de sujetos que simplemente, sienten que "no deben" eludir el dolor, sino conocerlo, reconocerlo, aceptarlo y asumirlo porque así se lo impone una cierta concepción o ideología religiosa del vivir humano.

Pueden estar faltando, según las personas, diferentes cosas. Desde el recuerdo ausente de una infancia feliz hasta el sentimiento actual de desprotección y desamparo. Desde la vivencia de la culpa hasta la necesidad de un perdón y una absolución. Desde una falta de amor (la experiencia de saberse amado) hasta la falta de gratificación y de placer aun en el marco de una relación amorosa. Desde una vivencia de inermidad y vulnerabilidad frente al mundo hostil y agresivo hasta al desamparo de figuras amantes y protectoras. De última, desde la falta de una fe cualquiera, que sirva de salvavidas hasta el más satánico de los males imaginables: que es a no dudarlo, la convicción o aun la simple duda acerca del sinsentido de la vida. ¿Qué hacer? rellenar ese vacío. ¿Con qué? pues con aquello que, por faltar, se convierte en lo específicamente deseado. O bien, de ser esto imposible, con cualquier cosa.

Lo que sabemos que funciona como un comodín que sustituye y rellena decorosamente la mayoría de los vacíos. Son el amor y la sexualidad.

Pero ¿qué pasa cuando para tapar ese relleno se comete un acto perverso sometiendo a otro a al deseo? o como lo plantea el Dr. Roberto Mazzuca
“Es necesario distinguir la categoría del antisocial -que utiliza la violencia y la coerción contra la voluntad del otro-, de la verdadera psicopatía en que, aún los actos delictivos se producen estimulando la intervención del otro hasta obtener su complicidad y, por lo tanto, el consentimiento de su voluntad.”

El origen del termino de perversión, debe ubicarse, en la obra de Krafft-Ebing de una generación anterior a Freud. Se propuso abordar en una perspectiva científica el estudio de la sexualidad humana y sus perturbaciones. Es decir, que persiguió el objetivo de hacer entrar la consideración de los problemas sexuales en el discurso médico y legal para, de esa manera, tomar distancia de una posición moralista destinada fundamentalmente a enjuiciarlos y condenarlos.

Sin duda, siguiendo los pasos de su antecesor, Freud es quien logra un concepto de perversión propio, es decir no como una forma de patología sino como la característica fundamental de la sexualidad humana. No se trata tanto de la evolución de una sexualidad perversa infantil hasta una sexualidad genital adulta, sino que la sexualidad humana es estructuralmente perversa y es con esa sexualidad perversa que hombres y mujeres se las tienen que arreglar para llegar a obtener y a elegir, o no, los rasgos que definen el viejo concepto ideal de sexualidad normal, es decir, la heterosexualidad y la paternidad

El concepto de sexualidad infantil que implica una noción ampliada de la noción de sexualidad y arriba a la conocida fórmula freudiana del niño como un perverso polimorfo. Esta hipótesis establece que no existe una forma natural de la sexualidad sino que ésta, incluida la adquisición de una identidad en la sexuación, está sujeta a un proceso de formación que atraviesa diversas vicisitudes desde el niño hasta el adulto. Estas vicisitudes, en la concepción freudiana, están gobernadas por el Edipo: según la forma en que se lo atraviese y se lo concluya se obtendrá una cierta forma de sexualidad y de identidad sexual. Es decir, que el Edipo es un dispositivo de sexuación.

Plantea P. Julient en su libro Psicosis, neurosis y perversión: El psiquiatra francés Ernest Dupré decía en un Congreso de alienistas:
“El término perversión es uno de los que se emplean con más frecuencia en el lenguaje psiquiátrico, lo encontramos habitualmente en las observaciones clínicas, los informes médico legales y los certificados de internación. Ahora se recorre la bibliografía corriente sobre la alienación mental, si se consultan los grandes tratados de psiquiatría no se encuentra ninguna obra, ningún capítulo consagrados con ese título a ese tema.”
Pero qué pasa hoy, en el ser humano hay una duplicidad, una quiere el bien, cree en él y lo dice, pero hace el mal. El acto de pervertir viene de tergiversar el bien en mal, lo que era bueno se desvía y se convierte en su contrario, se hablará así de actos perversos.
Si nos salimos del campo eclesiástico el derecho busca una responsabilidad judicial basada en el discurso médico, se trata entonces de una perversidad moral o de una perversión patológica.

Siguiendo con esto, hace poco tiempo tuvimos dos casos muy renombrados acusados de pedofilia que fueron de público conocimiento, me refiero a los casos de Ps. Jorge Corsi y al sacerdote Julio Grassi

Jorge Corsi fue hasta este año la persona más reconocida en el ámbito académico por sus desarrollos acerca de la violencia sexual -de género- hacia las mujeres, los niños y niñas. El personaje con más alto rango en la materia como titular del post-grado respectivo en la universidad estatal en Buenos aires, el que más profesionales ha formado, el de mayor reconocimiento por su producción escrita.

El Padre Julio César Grassi es un sacerdote católico que en su vida se fijó una meta clara: Rescatar a los chicos de la calle. Creó la Fundación Felices los Niños una Obra inmensa que asiste a niños y jóvenes.

Jorge Corsi O EL PADRE Grassi, ¿porqué iban a ser la excepción ?...
Ellos cumplen con todas las variables que sabemos de los delincuentes sexuales: insertos socialmente, capaces de sostener con una doble vida que haga impensable a vista de un Experto sus delitos, alguien que encontró en su metié un campo propicio para desplegar su aberración.

Es lógico pensar que quien tiene pulsiones que no controla, genere condiciones de posibilidad en su entorno para poder realizarlas. ¿Dónde un violento sino en el ejército, una morgue, una carnicería o un quirófano? , ¿Dónde un pedófilo sino en la escuela, la iglesia o el consultorio???.

Más allá de esto, ¿qué es lo que tanto nos sorprende? Corsi no hacía más que escribir de lo que sabía y tanto quería demostrar lo que sabía que hasta se animó a mostrarlo, del padre Grassi podríamos decir que creó un lugar quizas donde los chicos fueran a él en ves de ser él quien salga a buscarlos.

Lo más grave que puede suceder en un proceso de este tipo es la perversión. El que no sabe, sabe que no sabe y puede decir qué es lo que no sabe... no enferma. El que no sabe, y no sabe lo que no sabe ... pronto quedará en evidencia. El problema, el riesgo, es el que -sabiendo o no sabiendo- haga un uso psicopático, perverso, de su conocimiento o de su desconocimiento, eso no importa, lo que enferma, lo que mata, es la perversión.

Bibliografía

García Hoz, V. "Madurez y educación sexual" En La educación sexual

La crisis actual del amor. Thibon GLa crisis moderna del amor, Edit.Fontanella, Barcelona, 1966

Roberto Mazzuca. La categoría clínica de la perversión en el psicoanálisis. Conferencia presentada en el 8º Congreso Internacional de Psiquiatría organizado por la Asociación Argentina de Psiquiatras, miércoles 24 de octubre de 2001, Buenos Aires. Mesa Redonda: “Temas de Psicopatía”.

Michel Foucault, La Volonté de savoir. Gallimard,1976.

Julien Philippe. Psicosis, perversión neurosis. Amorrortus Editores. buenos aires 2002

Freud S. Obras completas. Tres ensayos de una teoría sexual. Tomo VII.Amorrortus Editores. Buenos Aires 2006

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