martes, 7 de octubre de 2008

::Demanda de análisis

PAULA SALVALAGGIO
Al inicio del presente trabajo contaba en mi haber con muchos interrogantes, algunos de los cuales fueron respondidos y otros, afortunadamente, abrieron la puerta a mi curiosidad para seguir investigando. Al comienzo me encontré con tantas posiciones teóricas que resultaba difícil centrarme en una, además poseía en mi haber cierto bagaje de conocimiento que, paradójicamente, empezaba a obstaculizar la acción.

El psicoanálisis con niños es un tema actual, pero data de los escritos de Sigmund Freud, por ejemplo, en el célebre Caso Juanito “Análisis de la fobia de un niño de cinco años” (1909) y que Jacques Lacan retomará para demostrar que un niño es un analizable en tanto sujeto de pleno derecho a hacerse responsable de su inconsciente en la experiencia analítica.
Otros autores como Melanie Klein y Anna Freud fueron pioneras en Europa en su momento, más allá del contrapunto que existió entre ambas. Si bien, cada una privilegió una metodología, un modo de intervención con el infante, Klein (en alemán significa pequeño, niño) le da preponderancia al juego, a lo lúdico y Anna Freud analiza los dibujos, los sueños, etc. Caben destacar los trabajos de August Aichhorn quien se dedicó a estudiar a jóvenes delincuentes en su célebre libro “Verwahrloste Jugend” (Juventud desamparada) cuyo prólogo estuvo a cargo de Sigmund Freud, algunas palabras pertinentes volcadas en él: “El niño ha pasado a ser el objeto principal de la investigación psicoanalítica; en este sentido ha sustituido al neurótico, con quien había iniciado su trabajo”[1].
En el caso de Françoise Dolto merecen ser mencionados sus trabajos con niños muy pequeños, incluso lactantes, además de niños psicóticos, ella le daba mucha importancia al decir de los padres sobre el niño. Donald Winnicott es otro eminente autor que introduce los conceptos de zona y objeto transicional, verdadero y falso self, juego creativo. Finalmente, y haciendo un recorte, ya que son numerosos los autores que han hecho aportes al trabajo con niños, en los Estados Unidos encontramos a Nathan Ackerman que le da preponderancia a la familia y considera que el terapeuta debe tener una participación activa, así también son conocidos desde este país del Norte los trabajos de René Spitz en sus observaciones en orfanatos. Para terminar este breve recorrido, en nuestras latitudes nos encontramos con Arminda Aberastury que tomó elementos de las teorizaciones kleinianas y Arnaldo Rascovsky que pertenecía a la pediatría.

No hay especialidad en el trabajo con niños, podríamos hablar, en cambio, de especificidad, como en el caso del psicoanálisis con pacientes psicóticos, y las cuestiones que sondean la clínica se refieren más a cuestiones técnicas que éticas. Un niño es un sujeto con posibilidad de hacer un análisis, igual que un adulto, tiene un síntoma, la transferencia está operando. Lo que diferencia al niño del adulto es que el niño no paga los honorarios del análisis, por lo menos, si hablamos de un pago en términos de dinero, sí lo hace con un pago simbólico.

La problemática que me genera interés se refiere a la demanda de análisis, de dónde surge ésta, es decir, de los padres, de la familia en general, de los maestros, por recomendación del pediatra, de un asesor legal. Y cabría preguntarse, ¿cómo está implicado el niño en todo esto, de quién es el sufrimiento, el mal-estar, es del niño, de quienes lo rodean, de quién es el síntoma, quién demanda cuando se demanda?
Cuando un niño llega por primera vez al consultorio de un psicoanalista es factible que tenga un recorrido hecho, vale decir, es llevado por sus padres, los que quizás hayan elegido al profesional por algún motivo (transferencia con el psicoanálisis), por una serie de derivaciones, por recomendación, por sentir que no pueden más con el niño, bajo un sentimiento de impotencia, en este contexto el pequeño está catalogado, puede tener motes en términos de déficits, trastornos, inhibición, desórdenes, porque le otorgan un lugar de saber al analista, etc..Es menos frecuente que un niño por sí solo formule la demanda de análisis.
Hay que realizar un recorrido preliminar para deslindar lo que se refiere al síntoma de los padres y, lo que verdaderamente nos interesa, que se refiere al síntoma del niño, cuál es el verdadera razón que genera padecimiento. Entendida de esta manera, la información aportada por los padres es suplementaria, se produce una disyunción, un camino que se abre y encontramos dos formas de transitarlo, por los dichos de los padres o por los dichos del niño.
En el ensayo intitulado por Freud (1.920) Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina encontramos las siguientes palabras: “unos padres demandan que se cure a su hijo, que es neurótico e indócil. Por hijo sano entienden ellos uno que no les ocasione dificultades a sus padres y no les provoque sino contento. El médico puede lograr, sí, el restablecimiento del hijo, pero tras la curación él emprende su propio camino más decididamente, y los padres quedan más insatisfechos que antes. En suma, no es indiferente que un individuo llegue al análisis por anhelo propio o porque otros lo llevaron; que él mismo desee cambiar o sólo quieran ese cambio los allegados, las personas que lo aman o de quienes debiera esperarse ese amor”[2].

Un niño es más que un cuerpo biológico y evolutivo, pensar en un niño nos conduce, no solamente a su infancia, sino a las generaciones anteriores de sus padres y abuelos; a la historia de su familia: lo vivido, lo escuchado, lo hablado, como si fuese una novela. Esta historia familiar es una red donde el niño se encuentra aún antes de haber nacido, es así, que la enfermedad de un niño afecta a los padres en el plano narcisista (realizar los anhelos de sus progenitores), en tanto el hijo va al lugar de His majesty the baby, además el niño es el equivalente simbólico de una falta, toma lugar en la equivalencia simbólica de la mujer (niño, pene, regalo, heces).
Los padres incapaces en algunos casos de formularse y sostener una pregunta, interrogarse sobre algún hecho, en muchos casos son enviados por terceros, frases como son cosas de chicos, la culpa es de la maestra, las cosas que hay que oír, qué hicimos mal como padres… ilustran este tipo de situaciones en las que sólo algunos tienen la capacidad de advertir el sufrimiento psíquico de su vástago o poder discriminar cierta problemática propia.
Lacan decía que el síntoma en el niño es aquello que puede representar la verdad de la pareja parental. Recordemos qué definición nos da el professeur Lacan sobre síntoma, si bien al compás de su enseñanza fue materializándose de distinta manera, arriba a la siguiente conceptualización un síntoma tiene una cara significante, es un mensaje, constituye una metáfora, pero presenta, al modo de una moneda, otra cara, es un modo de goce, es la ejecución de modo de goce, es un signo de goce.
Los significantes paternos preceden al niño y lo ubican con un nombre y un lugar. En el niño el síntoma es portavoz de los fantasmas paternos. El deseo inconsciente de los padres es vehiculizado a través del lenguaje por lo dicho o lo no dicho de un discurso y se inscribe en el inconsciente del niño produciendo su efecto a nivel del síntoma.
Construir un síntoma analítico bajo transferencia apunta a que el niño pase de ser un síntoma a tener un síntoma.
Se prioriza en el análisis con niños la escucha de los niños mismos como sujetos, vale aclarar, el psicoanálisis atiende al niño, así como también atiende al adulto, pero en realidad apunta al sujeto, este es el verdadero objeto del psicoanálisis.
En el tratamiento de los niños, los padres no están en el pasado, existen en el presente, en cambio, en el análisis con adultos los padres poseen una presencia fantasmática más allá de la presencia real. Los padres sólo pasan al pasado y dejan de tener presencia en el presente si opera una sustitución, dando lugar a un pasaje. Tránsito de la infancia a la adultez o dicho en otros términos, de la neurosis de la infancia a la neurosis infantil del adulto. Sigmund Freud en Nuevas lecciones introductorias al Psicoanálisis parece aclarar este desaguisado: “(…) el niño es un objeto muy favorable para la terapia analítica; los resultados son fundamentales y permanentes. Claro está que ha sido necesario modificar la técnica creada para el análisis de adultos. El niño es, psicológicamente, distinto del adulto: no posee todavía un super-yo; en su análisis, el método de la asociación libre resulta insuficiente, y la transferencia desempeña un papel completamente distinto, ya que el padre y la madre reales existen todavía al lado del sujeto”[3]

El psicoanálisis se refiere al 1x1, al caso por caso, nos encontramos en situaciones en las cuales el síntoma compete a la subjetividad de la madre y el niño está involucrado como correlato de un fantasma. En el decir de Lacan encontramos la siguiente expresión: “De nuestra posición de sujetos somos siempre responsables”[4] y esto vale tanto para niños como para adultos, neuróticos y psicóticos. Lo que se intenta hacer a través de la vía del análisis es que un sujeto se responsabilice de su goce, que pase de la queja, de ese efecto centrípeto a involucrarse en sus dichos que siempre remiten al Otro.
Desde ciertos discursos un niño no es responsable de sus actos, p. Ej., es inimputable ante la ley.
A través de las lecturas pude recorrer todo un universo interesante en relación a la clínica con niños, más concretamente, en relación a la llegada de un niño por primera vez a la consulta.
Es interesante resaltar que desde la posición lacaniana el niño no es un ser pasivo, muy por el contrario, jalona la posibilidad de análisis en tiempos precoces de la constitución subjetiva, lo que no impide un análisis, en tanto parlêtre, el niño siempre tiene algo para decir, por lo tanto, al igual que un adulto (¿qué sería un adulto?) puede tener su espacio analítico.
Esto hecha por tierra, como antes mencioné, las concepciones que intentan despojar a un niño de responsabilidades (no en términos jurídicos), responsabilidad en relación a su deseo, por ejemplo en el caso de las psicoterapias que generan modos de vivir, funcionan como recetas mágicas en pos del bienestar subjetivo y sabemos que el psicoanálisis pone en el tapete toda idea del Bien.

Retomando el tema de la demanda –es inevitable que se entrecruce con otras problemáticas- quienes solicitan el tratamiento, léase, los padres, los maestros nos otorgan una versión de los acontecimientos, es por ello que es necesario hacer un trabajo previo con el niño que Lacan llamó rectificación subjetiva momento singular, donde el sujeto toma cierta conciencia de la enfermedad, empieza a ubicar lo que quiere cambiar, comienza a interrogarse acerca de su implicación subjetiva.
Freud recomendaba, como práctica clínica, realizar una serie de entrevistas previas a la entrada en análisis durante las cuales debía decidirse si el psicoanálisis era o no aplicable. Consideraba estas entrevistas como un período de prueba o "ensayo", a la par que tenían una motivación diagnóstica. Con relación a la dirección de la cura, admitía que si bien no se trata aún de un “análisis propiamente dicho", el futuro analizante debía someterse desde el inicio mismo al trabajo de asociación libre y el analista a la regla de la atención flotante, recomendaba abstenerse de interpretar hasta tanto se establezca la transferencia. El objetivo de estas entrevistas previas aparece definido del siguiente modo: "El primer fin del tratamiento es siempre ligar al paciente a la cura y a la persona del médico. Para ello no hay más que dejarle tiempo"[5]. Es aquello que Lacan denominó la llamada a un Otro supuesto saber. Este período de prueba que aparece en la práctica clínica de Freud, constituye el primer antecedente de lo que Lacan instituyó como Entrevistas Preliminares.
El analista es el depositario de ese saber supuesto, pero ignorado por el sujeto de la demanda.
Las diferentes formas de demanda según vengan del sujeto, de los progenitores, de la escuela, del hospital, tienen consecuencias para la cura. Tanto en la demanda en la escuela como en el hospital ocurre que los padres no se sienten concernidos y no encuentran la razón para un tratamiento salvo que peligre el año lectivo del niño o que el médico pediatra se lo indique.
En muchas ocasiones, las entradas en análisis con los niños no suelen ser por el síntoma, sino por la transferencia (los padres confían en el profesional o por una serie de derivaciones llegaron a él, es decir, como corolario de las muchas consultas realizadas con distintos profesionales). En tanto el niño toma la posición de ser el síntoma de la madre, o el representante de la verdad familiar, no será él quien sufre del síntoma por el cual sus padres se quejan. Es necesario entonces un trabajo preliminar que permita el surgimiento del síntoma del niño.
Hago un paréntesis. Mis propios fantasmas de la infancia me llevan a interesarme en la temática de niños y, además, mi análisis personal, donde pude comprobar algo de los tópicos aquí planteados.
Qué difícil es intentar ser genuino en un trabajo cuando todo parece ya escrito y cuando uno es subjetivamente comandado, tal cual es lo que sucede en la mente del analista en el proceso analítico.
Mientras leía las distintas posiciones teóricas pensaba en las múltiples situaciones en que se le hace un pedido (¿una demanda?) a un analista, p. Ej. Intervenciones quirúrgicas en la infancia, adopción, duelos, en estos casos cómo se debe conversar de estos temas con los hijos y llegué por un instante a sentir que todo lo que había leído era muy extremista, que a la par de todas esas situaciones existen otras donde un niño no está posicionado como síntoma.
El cursado de la materia me sirvió para despojarme de la idealización de la práctica analítica con niños, es decir, qué es ser psicoanalista de niños, cómo se trabaja con ellos, incluir o no a los padres, de qué herramientas nos valemos en la práctica, etc. La singularidad del sujeto implica la singularidad del acto analítico abonado por el deseo del analista, éste no actuará de la misma manera con todos los pacientes, ni de la misma manera durante todo el análisis de un mismo paciente. Este tema fue discutido en el interior de nuestro cartel, pienso que hemos llegado a conclusiones disímiles…
Creo que lo beneficioso de hacer este tipo de trabajos es que se abren más puertas y no que se obtura el conocimiento.
A modo de conclusión, sería grato aclarar que lo que se intenta develar desde un principio, lo que se intenta elucidar es un pedido de tratamiento (de parte de los padres) de una demanda de análisis (debe ser descifrada). Todo comienzo de análisis tendrá que ver con la formulación de una demanda genuina. ¿Quién demanda? ¿Qué demanda? Vuelvo a las preguntas iniciales. Esto puede tener que ver con una pregunta que el sujeto se formule, que el sujeto pueda soportar.
Hay un síntoma que trasciende los dichos de los padres, es un síntoma que se construye en el análisis. Así se puede divisar “la punta del iceberg”, el sujeto comienza a comprometerse con sus dichos, con sus acciones.
Toda esta temática, en relación a la demanda de análisis abrió un sinnúmero de interrogantes: por ejemplo, en relación al tiempo lógico, este tiempo subjetivo funciona igual en niños pequeños que en adultos; cuando se presentan problemáticas graves, es decir, niños con serios trastornos por ejemplo en situaciones de conflictiva legal hasta dónde llega el secreto profesional, ¿un analista debe abstenerse? en estos casos ¿el analista es neutral?; en relación al pago, qué implicaciones tiene que paguen (con dinero) los adultos el análisis del niño o en los hospitales, que nadie paga los honorarios, cómo se efectúa allí el pago? Es posible el trabajo interdisciplinario, en enfermedades ficticias como el síndrome de Munchausen, se puede actuar en colaboración con los pediatras, psiquiatras, el trabajo previo que se realiza con el analizante nos es útil en este tipo de patologías?
Para finalizar diré que me gustó mucho hacer este trabajo, fue muy enriquecedor, aunque me costó comenzar porque, como antes lo anuncié, tenía lecturas previas y, de algún modo, éstas obstruían los nuevos aportes, tuve que actuar al modo bachelardiano se conoce en contra de un conocimiento anterior. No se pueden aunar teorías, sí se pueden rescatar las posiciones de los autores porque éstas están enmarcadas en un contexto determinado y eso es algo que un analista debe tener en cuenta.
Anexé un material gráfico al presente trabajo con el motivo de ilustrar ciertas situaciones cotidianas a través de chistes gráficos, en el original están escritos en inglés ya que es la lengua extranjera que más me gusta y si bien traducir significa etimológicamente traicionar, pasar de un lado a otro apelo a lo dicho por el padre del psicoanálisis cuando ve al sueño como un texto capaz de ser traducible. La traducción translada sobreponiéndose al original. La tarea del psicoanalista cuando interpreta los sueños consiste en cambiar el relato que recibe de su paciente, el contenido manifiesto, por un nuevo texto que es el contenido latente del sueño que ha escuchado, valiéndose de las asociaciones aportadas por el soñante en la sesión analítica.

Fueron muy interesantes los aportes que me suministró esta materia. Dejó abierta una puerta para futuras investigaciones en este campo de estudio.
Espero no haberme desviado de mis metas originales.

[1] FREUD, S. Obras completas, Volumen XIX , Escritos breves, Buenos Aires, Editorial Amorrortu, 2006, pág. 296.
[2] FREUD, S., Obras completas, volumen XVIII , Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2006, pág. 144.
[3] FREUD, S., Obras completas, volumen XVIII , Nuevas lecciones introductorias al Psicoanálisis, Conferencia 34, Hyspamérica ediciones, Buenos Aires, 1993, pág. 3185
[4] LACAN, J., Escritos 2, La ciencia y la verdad, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 2002, pág. 837.
[5] FREUD, S., Obras completas, volumen 8, Iniciación del tratamiento, Hyspamérica ediciones, Buenos Aires, 1993, pág. 1662.

No hay comentarios: