martes, 7 de octubre de 2008

::Transferencia, amor y deseo del analista…

YANINA GALLIENI
Ante la propuesta de trabajar durante el año con el dispositivo cartel, decidimos abocarnos al tema de “la transferencia”, comenzando nuestro recorrido con los escritos técnicos de Freud para aproximarnos luego a Lacan. Personalmente, me interesé en el tema por varios motivos. En el transcurso de la carrera no tuve la oportunidad de acceder a otra bibliografía que no sea la de Freud, por lo que me gustaría profundizar en esta temática; y principalmente, por episodios que se presentan en mi análisis que cautivan mi atención.

Creo pertinente abordar este escrito puntualizando en algunos conceptos que proporciona Freud en su texto “Sobre la dinámica de la transferencia” (1912). Allí explica que todo ser humano, por el efecto de sus disposiciones innatas y los influjos recibidos en su infancia adquiere uno o varios clisés que se repetirán de manera regular a lo largo de su vida en relación a sus condiciones de amor y a las pulsiones que buscará satisfacer. Solo una parte de estas mociones ha recorrido el pleno desarrollo psíquico, vuelto hacia la realidad objetiva, mientras que el otro tiene permitido desplegarse en la fantasía o es enteramente inconsciente. En dicho texto podemos leer que Freud consideraba normal el hecho de que la investidura de una persona parcialmente insatisfecha se vuelva hacia el analista, ya que estas representaciones-expectativa libidinosas pueden volcarse hacia cada nueva persona que aparezca.
Entonces, por un lado, vemos que el analista es un objeto apto para ser investido por la libido del paciente, es susceptible de convertirse en objeto de amor, y ésta elección, al estar comandada por clisés, podríamos equipararla a una rememoración. Por otra parte, este fenómeno, nos aparece como una fuerte resistencia. Recordemos que la resistencia es un compromiso entre las fuerzas que tienen como meta la salud y aquellas que la contrarían, cuya atracción proviene de lo inconsciente. De acuerdo a su experiencia, Freud atestigua que la transferencia sobreviene en aquel punto cuando, al perseguir un complejo patógeno hasta su raíz inconsciente se ingresa en un terreno en el cual la resistencia es tan nítida que la ocurrencia siguiente trasfiere algo del material del complejo a la persona del médico. Esto se evidencia mediante una detención de las ocurrencias por ej., o sea, mediante un fracaso de la asociación libre, momento en el cual debe tocarse el tema de la transferencia, como nos indica el autor en “Sobre la iniciación del tratamiento” (1913). Es indudable por lo tanto, por qué emerge como resistencia.
Sin embargo, advertimos la importancia de la transferencia en una cura psicoanalítica cuando al final del texto de 1912 leemos: “Es innegable que domeñar los fenómenos de la transferencia depara al psicoanalista las mayores dificultades, pero no se debe olvidar que justamente ellos nos brindan el inapreciable servicio de volver actuales y manifiestas las mociones de amor escondidas y olvidadas de los pacientes; pues en definitiva, nadie puede ser ajusticiado in absentia o in efigie”.[1] El psicoanálisis necesita de la transferencia, ya que sirviéndose de ella el analista puede provocar efectos accediendo a aquellos contenidos olvidados y reprimidos. Dijimos más arriba que la transferencia es por un lado resistencia y por otro rememoración, repetición. Ahora bien, es posible servirse de esta repetición para vencer la resistencia, en caso de que el paciente no recuerde, lo cual sería lo ideal. “…la transferencia misma es solo una pieza de repetición, y la repetición es la transferencia del pasado olvidado…”. [2]
La transferencia se le presenta al analizante a modo de escenario en el cual tiene permitido desplegar su pulsionar patógeno. Entramos así en el campo de la neurosis de transferencia, en la cual los síntomas toman un nuevo significado transferencial y la neurosis ordinaria se muda en una artificial.[3] Esto que se nos presenta como resistencia es susceptible de vencerse siguiendo en todo momento la regla analítica fundamental, y aunque signifique una ardua tarea para analista y analizante, es lo que distingue a la cura psicoanalítica de los influjos sugestivos.
Años después, Lacan hará referencia a la “transferencia” como uno de los conceptos fundamentales del psicoanálisis. Esto comienza a delinearse en Freud, ya que en “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia” (1915) podemos leer: “…las únicas realmente serias (refiriéndose a las ocurrencias del paciente) son aquellas con las que se tropieza en el manejo de la transferencia”.[4] Por lo tanto, vemos claramente que no hay posibilidad de comenzar un análisis sin la instalación de la transferencia. Ahora bien, advertimos que si bien la misma es el motor y condición de posibilidad de un análisis, opera a modo de resistencia, produciendo una situación particular y bastante frecuente. Freud hace referencia al caso en el cual una paciente mujer da indicios o declara abiertamente que se ha enamorado de su analista, circunstancias que se manifestaron años atrás desde aquella “talking cure”, en el encuentro entre Anna O. y Breuer.[5] En estas condiciones, el analista ha de preguntarse cómo llevar adelante el tratamiento. Entonces, nos encontramos con una nueva regla analítica: la abstinencia. ¿A qué alude Freud cuando nos dice que la cura debe ser realizada en abstinencia? ¿A la privación corporal? ¿A la privación de todo cuanto desea el enfermo?
Más adelante, precisamente en “Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica” (1919), Freud nos responde diciendo que con abstinencia o privación se refiere a algo que “…se relaciona más con la dinámica de la contracción de la enfermedad y el restablecimiento”,[6] si recordamos que estamos trabajando con síntomas que se presentan a modo de satisfacciones sustitutivas y, libido que es capaz de desplazarse a la persona del médico, se trata de vigilar que el padecer del enfermo no concluya rápidamente de una manera definitiva, aprovechando al máximo la transferencia establecida con el analista. Por lo que, a diferencia de tratamientos no analíticos, al enfermo deben denegársele las satisfacciones que más urgentemente desea, quedando asi deseos incumplidos que obren a modo de fuerzas pulsionantes para que el trabajo analítico siga adelante.
Volviendo a la particular situación que podemos apreciar en la cura como manifestación de la transferencia, nos interesa dilucidar la naturaleza, las características del amor que manifiesta el paciente hacia su analista. Es considerable la participación de la resistencia en el amor de transferencia, ahora bien; la resistencia no lo ha creado, sino que se sirve de él. Pero ¿es genuino este amor? Freud no niega el carácter “genuino” de este enamoramiento. Como todo enamoramiento, sigue el modelo infantil lo cual lo hace poco flexible Sin embargo, cuenta con algunos rasgos particulares: es provocado por la situación analítica y facilitado por la resistencia, carece del miramiento por la realidad objetiva y es menos prudente que un enamoramiento normal. Este fenómeno debe ser tratado como algo inherente a un tratamiento psicoanalítico, como lo sería el desnudamiento corporal de un paciente en un examen médico.
En el Seminario 8, Lacan trabajará el tema del amor apoyándose en “El Banquete”, de Platón. Todo su análisis gira en torno a la metáfora del amor, ubica las posiciones del erástes y erómenos (amante y amado) en relación a los personajes de Sócrates y Alcibíades. Sócrates representa el lugar del analista, interpretando, tras escuchar a Alcibíades, que no es a él a quien desea sino a Agatón. Vemos así como la transferencia se dirige inconscientemente a un objeto reflejado en otro, es “artificio”. Destaca la función del ágalma como el objeto precioso que Sócrates posee en su interior, objeto codiciado por Alcibíades. El ágalma, entonces, es el objeto de deseo de Alcibíades, aquello que provocó su amor por Sócrates. El ágalma es aquel objeto parcial, objeto a de la teoría psicoanalítica, encarnado por el analista.
Ahora bien, si Lacan nos introduce en la cuestión del amor, es para ocuparse de la transferencia por esta vía precisamente, aunque no sin conjugarla con la vía del automatismo de repetición.
El pasado se presenta en la transferencia, el pasado es su realidad. El pasado se presenta en acto, por lo tanto hay en la transferencia algo creador, no es un simple retorno del pasado. El sujeto fabrica, construye, por lo que forzosamente se nos articula el término “ficción”. Se trata de fingir para la persona a quien uno se dirige.
“…me parece imposible eliminar del fenómeno de la transferencia el hecho de que se manifiesta en relación con alguien a quien se le habla”.[7] Cada vez que alguien habla a otro de un modo auténtico se da el fenómeno de la transferencia. Palabra plena que hace acto, “tras su emergencia uno de los sujetos ya no es lo que era antes”.[8]
Simplemente porque hay transferencia, el analista está involucrado en la posición de ser aquel que contiene el ágalma, objeto que está en juego en el análisis del sujeto, debido a ser aquello que constituye el fantasma fundamental, lugar donde puede fijarse el sujeto como deseo. Siguiendo las categorías que aísla Lacan a lo largo del seminario, podemos asimilar a la situación analítica las posiciones de erástes y erómenos que mencionamos anteriormente, constituyéndose así el fenómeno del amor, amor de transferencia.
Otro punto que Lacan trabaja en el presente seminario y merece ser destacado es la cuestión del “deseo del analista”. Si el analista encarna el objeto a, tendrá el deseo de hacer advenir el deseo del analizante causado justamente por el objeto a, objeto que nunca puede alcanzarse, como nos dirá en el Seminario 11.[9] Desde esta perspectiva puede decirse que no es un deseo neutral, aunque sí lo es si entendemos por neutral un deseo que no se deja guiar por prejuicios. Deseo que se presenta como una X para hacer advenir un saber sobre el goce del analizante orientado por lo real de la estructura[10].
En la primera clase del seminario 8 podemos leer que se tratará sobre la transferencia en su disparidad subjetiva, su presunta situación, sus excursiones técnicas. Se utiliza la palabra presunta porque no puede decirse que lo que ocurre en la cura sea una situación, es más bien una falsa situación, artificio, ficción, como mencionamos más arriba. Técnica, porque se trata de referir la transferencia a una experiencia, rectificando la noción teórica que tengamos de ella. Disparidad subjetiva, nos introduce en el último asunto que nos ocupa. Disparidad nos remite a algo más que una simple disimetría entre sujetos. La transferencia contiene algo esencialmente impar. No se trata de una relación simétrica. Por esta razón, Lacan realizará una crítica a la contratransferencia, ya que la misma reduce la posición del analista a una posición dual situada en el registro imaginario.
Recordemos que cuando un paciente se dirige a su analista lo hace suponiéndole un saber sobre lo que busca en sí mismo. El analista es utilizado como soporte de la figura del Otro.
“Sin duda, siempre está más allá (el analista) de lo que el sujeto sabe, sin poder decírselo. Solo puede hacerle signo. Ser lo que representa algo para alguien…Representar algo para alguien, eso es precisamente lo que hay que romper. Porque el signo que hay que dar es el signo de la falta de significante. Es, como ustedes saben, el único signo que no se soporta, porque es el que provoca la más indecible angustia. Es sin embargo el único capaz de hacer acceder al otro a lo que es de la naturaleza del inconsciente…”.[11] El analista es llamado a ocupar un lugar en la medida en que el sujeto debe poder ubicar allí el significante faltante, es llamado a ser en el propio lugar donde se le supone un saber.
Cuando el analizante deja de suponerle saber al analista, éste último cae de aquella posición en la cual se encontraba sosteniendo el deseo del paciente, se resuelve la situación ficticia, de engaño que sostuvo el despliegue de la transferencia en el transcurso de la cura.

El dispositivo que utilizamos durante el año nos ayudó a leer a Freud y a Lacan desde otras perspectivas, como pudimos manifestar en la “puesta a cielo abierto”, creándonos interrogantes que nos movilizaban a seguir investigando. Sin embargo, aunque pude ahondar en esta problemática, no deja de ser un tema muy amplio y de gran importancia para la clínica, por lo que, personalmente, me gustaría seguir incursionando en el mismo.

















Bibliografía

FREUD, S., “Estudios sobre la histeria” (1893-95), Tomo II, Obras Completas, Editorial Amorrortu,
Buenos Aires, 2001.
----------- “Sobre la dinámica de la transferencia”, en Trabajos sobre técnica psicoanalítica
(1912), Tomo XII, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2005.
----------- “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”, en Trabajos sobre técnica
psicoanalítica (1912), Tomo XII, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos
Aires, 2005.
------------ “Sobre la iniciación del tratamiento” (Nuevos consejos sobre la técnica del
psicoanálisis I) en Trabajos sobre técnica psicoanalítica (1913), Tomo XII, Obras
Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2005.
----------- “Recordar, repetir y reelaborar” (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis
II), en Trabajos sobre técnica psicoanalítica (1914), Tomo XII, Obras Completas,
Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2005.
----------- “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia” (Nuevos consejos sobre la técnica
del psicoanálisis III), en Trabajos sobre técnica psicoanalítica (1915), Tomo XII,
Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2005.
----------- Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916) Conferencia 27 “La transferencia”,
Tomo XVI, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2005.
----------- “Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica” (1919), Tomo XVII, Obras Completas,
Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2005.
LACAN, J., “Los escritos técnicos de Freud”. Seminario 1 (1953-1954), Editorial Paidós, Buenos
Aires, 2006.
----------- “La transferencia”. Seminario 8 (1960-1961), Editorial Paidós, Buenos Aires, 2006.
----------- “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”. Seminario 11 (1964), Editorial
Paidós, Buenos Aires, 2006.
RUBISTEIN, A., “El deseo del analista, ¿es neutral?” tomado de http://www.elsigma.com


[1] Freud, S. “Sobre la dinámica de la transferencia” (1912) Pág. 105, Tomo XII, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2005
[2] Freud, S. “Recordar, repetir y reelaborar” (1914) Pág. 152, Tomo XII, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2005
[3] Freud S. Conferencia 27 “La transferencia” (1916-17) Tomo XVI, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2001
[4] Freud, S. “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia” (1915) Pág. 163, Tomo XII, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2005
[5] Freud, S. “Estudios sobre la histeria” (1893-95) Tomo II, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2006
[6] Freud, S. “Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica” (1919) Pág. 158, Tomo XVII, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2006
[7] Lacan, J., “La transferencia” Seminario 8 (1960-1961) Clase 12, pág. 203.Editorial Paidós, Buenos Aires, 2003.
[8] Lacan, J., “Los escritos técnicos de Freud” Seminario 1 (1953-1954) clase 9, pág. 168. Editorial Paidós, Buenos Aires, 2006
[9] Lacan, J., “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” Seminario 11 (1964). Editorial Paidós, Buenos Aires, 2006
[10] Rubistein A., “El deseo del analista, ¿es neutral?”, tomado de http://www.elsigma.com
[11] Lacan, J., “La transferencia” Seminario 8 (1960-1961) Clase 16, pág. 267. Editorial Paidós, Buenos Aires, 2003.

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